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  La familia de Benito Mussolini
En el afan de realizar un reflexivo analisis de los hechos importantes de la historia en especial de sus personajes a lo igual que hitler me topo por inercia con la del lider italiano Benito Mussolini el nombre Benito me hace evovar a un dibujo animado de hanna Barbera Don gato donde Benito hace la deun gato joven,bueno volviendo al tema mis investigaciones bibliograficas coniciden en definir a mussolini como un don juan ya que dejo hijos regados por diestra y siniestra exagerado un poco los viejos me contaron muchas cosas pero en base a fuentes autenticas tuvo una prolifera familia veremos datos de los mas fidelignos a cerca de su hijos ya que todos conoces la vida de este personaje historico.nos ocuparemos brevemente de su descendencia Si hay un personaje en la historia reciente de Italia cuya figura y cuya vida es prácticamente imposible evocar con desapego y objetividad, ese es Benito Mussolini. Tal es el cúmulo de pasiones, sugestiones, sentimientos, resentimientos, rencores, odios y polémicas que ha provocado que aún están vivos en millones de italianos. Todo el ciclo de su aventura política lleva el sello de su desconcertante personalidad que ejerció una gran fascinación al punto que, si bien durante un cuarto de siglo, sucesos y hechos inconfundibles se acumularon para probar que la realidad era diferente, el mito de la "revolución" mussoliana se impuso, se mantuvo y sobrevivió hallando siempre nuevos creyentes que, casi como víctimas propiciatorias, le ofrecieron el sacrificio de su inteligencia, su razón y a menudo su vida Benito Amilcare Andrea Mussolini Nació en Dovia di Predappio, Provincia de Forlí-Cesena, Región de Emilia-Romagna, el 29 julio 1883. Murió en Giulino di Mezzegra, provincia de Como, cerca de Milán, Región Lombardia, el 28 abril de 1945. Politico y periodista italiano. Fundador y guía (Duce) del Fascismo, Primer Ministro del Reino de Italia desde el 31 de octubre de 1922 hasta el 25 de julio de 1943, Primer Mariscal del Imperio desde el 30 de marzo de 1938 hasta el 25 de julio de 1943 y Presidente de la República Socialista Italiana desde septiembre de 1943 hasta abril de 1945. Su nombre está estrechamente vinculado a los acontecimientos históricos italianos del período que transcurría entre los años precedentes a la Primera Guerra Mundial hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Benito Mussolini nació en un caserío en Varano dei Costa, una fracción de Dovia di Predappio provincia de Forlí-Cesena, el 29 julio 1883, en el seno de una familia humilde. Hijo de un herrero anarquista revolucionario llamado Alessandro Mussolini, quien le vinculó desde su juventud al socialismo, se atribuye la desición de llamar a su hijo Benito Amilcare Andrea para rendir homenaje a la memoria del éroe de la independencia mexicana, Benito Juarez, de Amilcare Cipriani, patriota y socialista italiano, y Andrea Costa, primer diputado de ideas socialistas elegido en el parlamento italiano, e hijo de Rosa Maltoni, maestra de escuela primaria. Niño conflictivo, que constantemente se metía en problemas con los demás compañeros, a los once años fue expulsado del internado donde estudiaba, por cortar con una navaja a un compañero de curso. Frecuentó la escuela Salesiana donde le hizo la vida imposible a sus superiores. Un informe que se conserva de él en la escuela religiosa dice textualmente: "Joven impulsivo, rebelde pero muy inteligente, de naturaleza incompatible con el sistema de educación de una escuela Salesiana". Sus amigos lo recordaban como un ser irascible con quien no se podía discutir sin ir a las manos. Tenía predilección por la geometría, la historia, la política, la música y la poesía. A pesar de su carácter rebelde cursa estudios superiores y se gradúa de profesor de francés. Ya en esos tiempos era un magnífico orador que encantaba a sus oyentes hablando de Verdi, de Garibaldi o de cualquier tema que se le cruzara por la mente. Benito Mussolini absorbió del ambiente de la tierra romagnola los fermentos progresistas derivantes de las teorías socialistas de emancipación proletaria que se difundían en la época y de lo que se hizo luchador desde su adolescencia. Militó en el Partido Socialista Italiano (PSI) a partir de 1900, un año después obtuvo el título de maestro de escuela y en 1902 huyó a Suiza para evitar cumplir el servicio militar y por ser considerado en patria elemento indeseable. En Suiza se dedicó a la profesión de albañil ayudado por cooperativas obreras del lugar, aprendió alemán e inglés que años más tarde le resultarían de gran utilidad en sus conversaciones directas con Hitler o con Chamberlain. Sus lecturas preferidas eran Nietzsche, Marx y Schopenhauer. Se integró en un sindicato de militantes socialistas. Cuando lo convocan desde Italiana para cumplir el servicio militar, adultera la fecha de su pasaporte pero fue descubierto y expulsado de Suiza. En Italia, en tanto, lo buscaba la justicia por desertor y los diarios socialistas de la época publicaron la noticia. Eso demuestra que un Mussolini de menos de 30 años era ya un personaje conocido y los diarios se referían a él como "El gran Duce de la primera sección socialista de Italia". En Italia se decretó una amnistía contra los desertores y eso le evitó una condena pero finalmente tuvo que hacer el servicio militar en Verona. Como conscripto se mostró profundamente antimilitarista y alentaba la deserción de los convocados. Una vez dado de baja, retomó sus actividades docentes en Tolmezzo y en Liguria. Allí dirigió por primera vez un pequeño diario socialista llamado "La Lima". Desde el periodismo vuelca sus ideas anticlericales y acusa a los sacerdotes de estar al servicio del capitalismo. Se dedicó a la enseñanza en las escuelas medias de Gualtieri durante cinco años, periodo tras el cual se instaló en Trento (entonces austriaca) y dirige el diario "L'Avvenire del Lavoratore" (El provenir del trabajador) duplicando la tirada de sus ejemplares. Cesare Battisti, el famoso socialista trentino, director del diario "Il Popolo" (El pueblo), fija su atención en Mussolini y lo llama para colaborar en su diario en calidad de redactor jefe. Después de un mes de trabajo, Battisti le pide a Mussolini que deje de escribir en su diario por la frontalidad y agresividad con que éste trata algunos temas polémicos. Especialmente se disgusta con los ataques que Mussolini le propina a la iglesia católica. Mussolini, por su parte, continúa atacando a la iglesia y agitando el ambiente en contra de la intervención austriaca en Trento, hasta que la gendarmería austriaca inventa pruebas en su contra y lo arrestan. Mussolini, en señal de protesta, inicia una huelga de hambre y los austriacos, temiendo crear un mártir socialista, lo excarcelan y lo devuelven a Italia pero invitándolo a no pisar nunca más las tierras del Kaiser. 2. Percurso Político De regreso a su provincia natal, en concreto a la capital, Forlì, trabajó en el bar de su padre y allí conoce a Raquele Guidi, su futura mujer y madre de sus cinco hijos. La federación socialista de Forlí lo nombra secretario de la federación y asume la dirección del periódico semanario oficial “L’idea Socialista” (La idea socialista), más adelante rebautizado "La Lotta di Classe” (La lucha de clase). En 1910, viene publicado en el diario irredentista Il Popolo de Cesare Battisti, su romance con Claudia Particella, con elementos anticlericales. En septiembre nace su primera hija de nombre Edda con quien tendría durante toda su vida una relación muy estrecha. En la Italia fascista, Edda ejerció el rol de primera dama, en reemplazo de su madre que prefería el perfil bajo. Mujer de rasgos bellísimos, era físicamente la fotocopia de su padre, con un carácter enérgico y rebelde. En 1930 en pleno apogeo del régimen se casó con el conde Ciano quién llegó a ser el delfín político del Duce. Luego nacerían Vittorio en 1918, Bruno en 1923, Romano en 1927 y Anna María en 1930. Mussolini tuvo una vida amorosa muy intensa y de sus innumerables relaciones sentimentales dejó hijos ilegítimos por toda Italia. Algunos de esos hijos extramatrimoniales llevaron el apellido del padre y llegaron a ser estrechos colaboradores del Duce en el régimen fascista. Albino Mussolini que nació producto de su relación con Ida Dalser, fue acaso el más conocido. Viene arrestado el 14 de octubre, procesado y condenado el 23 de noviembre a un año de reclusión por haber participado, el 25 de septiembre, junto a su amigo republicano, Pietro Nenni, en una manifestación en contra de la guerra de Italia contra el imperio otomano por la posesión de Cirenaica y Trípoli, que concluyen en encuentros violentos con la policía. El 19 de febrero de 1912 la Corte de Apelación de Bolonia reduce la pena a cinco meses y medio y el 12 de marzo Mussolini es liberado. El 8 de julio de 1912, al congreso del PSI de Reggio Emilia, avanza una moción de expulsión por los reformistas Leonida Bissolati, Ivanoe Bonomi, Cabrini y Podrecca que viene acogida. Entonces entra en la dirección nacional del partido. Luego colabora con Folla, periódico de Paolo Valera. Gracias a los eventos de 1912 y a sus habilidades oratorias, Mussolini aparece en la escena de la política nacional. En 1912 dirige el diario socialista "Avanti!" (Adelante!) cotidiano oficial del PSI y exponente de la ala maximalista del socialismo italiano, desde donde se erige en portavoz de los trabajadores y denuncia la represión que el estado ejercía sobre el proletariado durante las huelgas en pos de mejoras salariales y dignas condiciones de trabajo. En el congreso socialista del PSI de Ancona de 1914, presenta con Gionanni Ziboldi una moción que fue acogida con la cual se reconoce ser incompatible la pertenencia a la masonería para un socialista. El 9 de junio es electo consejero comunal de Milán y es protagonista de la “Settimana Rossa” (Semana Roja), una insurrección popular acontecida en Ancona entre el 7 y el 14 de junio de 1914, seguidamente extendida a Romagna, Toscana y otras partes de Italia que contestaban una serie de reformas introducidas por Giovanni Giolitti. En 1914 estalló la I Guerra Mundial y en un primer momento denunció el carácter imperialista del conflicto desde una posición neutralista, alineándose a la internacional socialista. Mussolini se muestra contrario a la intervención de Italia en la guerra pero hacia octubre cambia sorpresivamente su posición a una neutralidad activa, viraje ideológico que le cuesta la expulsión del diario Avanti! y del partido socialista italiano (PSI) como consecuencia de la publicación del artículo sobre la neutralidad absoluta, neutralidad activa y operante, en la que Mussolini advierte a los socialistas sobre el peligro que una neutralidad absoluta habría comportado al partido, es decir, la condena del aislamiento político. Mussolini advierte (y es el primero en darse cuenta) que la revolución socialista estaba destinada a fallar antes de iniciarse. El ejemplo de la revolución rusa lo terminó convenciendo. Los soldados unidos al pueblo, el colectivismo, la distribución de las tierras, eran todos hechos saludables que se iban diluyendo a medida que la revolución se consolidaba en el poder. Los odiados capitalistas eran reemplazados por dictadores estatales en las fábricas y en el campo, la burguesía zarista era expulsada por una puerta y llamada por otra ya que sus funcionarios eran los únicos que conocían los mecanismos del poder. El 15 de noviembre de 1914 Mussolini funda en Milán el diario "Il Popolo D'Italia" (El Pueblo de Italia) con el apoyo financiero de la Fiat, la Edison, los Ansaldo y otros magnates de Italia. En agosto de 1915, siendo uno de los periodistas más famosos de Italia, parte como voluntario al frente de combate junto a otras figuras de la época como D'Annunzio, Marinetti y Cesare Battisti. En su diario de guerra en el cual cuenta la vida en trinchera, se prefigura a sí mismo como héroe carismático de una comunidad nacional, guerrera, socialmente jerárquica y obediente. Viene promovido como cabo por meritos de guerra el 1° de marzo de 1916. En su fascículo militar se puede leer entre otras cosas “Actividad ejemplar, calidad combatiente, serenidad mental, indiferencia a las dificultades, diligencia, regularidad en el cumplimiento de sus deberes, primero en cada empresa de trabajo”. En el frente lucha como simple soldado en la primera línea de fuego y en las trincheras del Carso, bajo las granadas austriacas, haciendo alarde de un gran arrojo y valentía, el 23 de febrero de 1917 resulta gravemente herido por la explosión de un artefacto lanza bombas durante una ejercitación y es dado de baja, aunque recientemente algunos sostienen diferentes hipótesis sobre la causa de la baja, atribuyendo el hecho a condiciones generales de salud vinculadas a enfermedades infectivas, las cuales a la vez fueron negadas por la autopsia hecha al cadáver de el Duce. Permanece internado durante cuatro meses y una vez dado de alta retoma la conducción del diario. Terminada la guerra la situación social en Italia era muy propicia para los planes políticos de Mussolini. Una desocupación creciente, los excombatientes que sentían haber peleado por nada ya que Italia fue tratada como una potencia vencida y una economía quebrada le dieron a Mussolini la posibilidad de nuclear a toda esta gente desocupada y desilusionada en sus grupos llamados "Fasci di Combattimento" (grupos de combatimiento), que en 1919 formarían el Partido Nacional Fascista. 3. El Fascismo y la Revolución Fascista Finalizada la I Guerra Mundial, en el turbulento ambiente de la posguerra, Mussolini fundó i Fasci di azione rivoluzionaria, es decir, los Fascios Italianos de Combate o Acción Revolucionaria, el 23 de marzo de 1919, movimiento de carácter nacionalista, antiliberal y antisocialista que consiguió el apoyo de amplias capas de la sociedad al defender determinadas exigencias obreras. Tomó su nombre de las Fasces(1), un símbolo de la autoridad en la antigua Roma. Su actividad se extendió por las zonas rurales, donde los miembros de las paramilitares Milicias Voluntarias para la Seguridad Nacional, más conocidos como Camicie Nere(2) (Camisas Negras), conseguían el respaldo de los terratenientes mientras atacaban a las ligas de campesinos y a las asociaciones socialistas. En un alarde de oportunismo, el fascismo abandonó su talante republicano para ganarse la confianza, no sólo de los grandes propietarios agrarios e industriales sino también del Ejército y de la propia monarquía. El 7 de noviembre de 1921 fundó el Partido Nacional Fascista, que supuso de alguna manera la sustitución del programa social como elemento fundamental de su ideario político para poner en el centro de éste la oposición radical al socialismo y al sistema parlamentario. Tras su fracaso electoral de 1919, Mussolini se presentó candidato a las elecciones parlamentarias de 1921 y resultó elegido diputado. Desde el poder Mussolini dictó leyes sociales muy importantes que aún hoy siguen vigentes como la jornada laboral de ocho horas, la pensión por ancianidad, la jubilación después de una vida de trabajo, el derecho a una justa retribución, la protección de los niños y otras leyes que nunca antes los italianos habían conocido. Por primera vez los ciudadanos se sentían protegidos por el estado y orgullosos de ser italianos. Las grandes obras públicas, la construcción de autopistas y la creación de nuevas industrias cambiaron la fisonomía de Italia en pocos años. Si en 1922 Italia era un país todavía medieval, en los años treinta proyectaba hacia el mundo la imagen de un país moderno y próspero con un sistema político que muchos países del mundo trataban de imitar. El fascismo estaba de moda y su líder era admirado en todo el mundo. Los grandes personajes de esa época eran pródigos en elogios hacia Mussolini. Churchill dijo de él que era el estadista más importante de su época, Gandhi afirmó que era el nuevo Mazzini de Europa, Hitler lo admiró toda su vida y llegó a decir que Mussolini era el estadista más grande que había tenido la humanidad en los últimos mil años, Roosvelt lo citaba como modelo de conductor político y hasta el papa Pío XI llegó a decir que Mussolini era el hombre enviado por la providencia. Después de 1945 la historiografía de la posguerra borró de un plumazo estos elogios pero afortunadamente para un juicio justo todos estos dichos se conservan impresos en los diarios y documentos de la época. El 29 de octubre de 1922, un día después de que los fascistas realizaran la denominada “Marcha sobre Roma”, el Rey Víctor Manuel III encargó a Mussolini la formación de un nuevo gobierno al nombrarle Primer Ministro (Presidente del Consejo de Ministros). En 1925, el Duce (voz italiana que, en español, significa ‘jefe’, y título adoptado por Mussolini hacia 1924) había transformado el país en un régimen totalitario de partido único basado en el poder del Gran Consejo Fascista (órgano creado en diciembre de 1922 pero institucionalizado seis años más tarde), respaldado por las Milicias Voluntarias para la Seguridad Nacional. Lamentablemente Mussolini cometió gravísimos errores especialmente después de la muerte de su hermano Arnaldo que además de ser un brillante intelectual fue el mejor consejero político de su hermano. Benito Mussolini nunca confió en sus colaboradores pero se apoyaba mucho en la opinión de su hermano con quien siempre mantuvo una excelente relación. Todas las noches se hablaban por teléfono y Mussolini le transmitía a Arnaldo sus inquietudes y temores esperando el consejo justo. Si Mussolini era impulsivo y extravertido, Arnaldo era medido y prudente; si Mussolini era un genio intuitivo, su hermano era un ser racional y metódico. La combinación entre ambos daba una fórmula casi perfecta e Italia recibía sus beneficios. Pero en 1931 cuando el régimen fascista estaba en su apogeo, Arnaldo Mussolini muere sorpresivamente a los 50 años de un ataque cardíaco. Toda Italia lloró su muerte pero especialmente Mussolini que nunca pudo reponerse de semejante pérdida. . Pocos días antes de morir Arnaldo, Benito Mussolini dijo que cuando perdió a su hijo Bruno sintió que le arrancaban parte de sus entrañas, pero cuando perdió a su hermano sintió que con él se fue la mitad de su alma. Las consecuencias políticas que debió pagar Italia a raíz de la muerte de Arnaldo, nunca fueron valoradas en su justa medida por los historiadores. Lo cierto es que Mussolini quedó solo y rodeado de una corte de genuflexos que lo adulaban aprobando todas sus decisiones por más erradas que fueran. Para peor se terminó apoyando en su yerno el conde Ciano que era un hombre muy bien parecido pero absolutamente superficial e incapaz de resolver los problemas más nimios. La influencia de su hija predilecta Edda (que era adulada por la prensa alemana y por el astuto Goebbels) contribuyó decididamente a la letal alianza con la Alemania nazi. El nuevo entramado político culminó con la definitiva supresión del sistema liberal parlamentario y la creación en enero de 1939 de la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones, con un mero carácter consultivo. Dentro del nuevo Estado corporativo, los empresarios y los trabajadores se organizaban en grupos controlados por el partido que representaban a los distintos sectores de la economía. Se mantuvo el sistema capitalista y se incrementaron los servicios sociales, pero se abolieron los sindicatos independientes y el derecho a la huelga. Uno de los legados perdurables del fascismo fue la creación de un sistema de holdings industriales financiado por el Estado. De otro lado, los Pactos de Letrán(3), firmados con el Papado en febrero de 1929, terminaron con el conflicto que había enfrentado a la Iglesia y al reino de Italia desde 1870 y supusieron la creación de un nuevo Estado, la Ciudad del Vaticano. Mussolini adoptó una política exterior agresiva ya desde 1923, cuando envió sin éxito fuerzas militares para invadir la isla griega de Corfú. Años después contravino las recomendaciones de la Sociedad de Naciones e inició la conquista de Abisinia (en términos generales, la actual Etiopía) en octubre de 1935, ganándose así la aclamación de casi todos los sectores de la sociedad italiana, especialmente cuando sus tropas entraron en la capital de aquella, Addis Abeba, el 5 de mayo del año siguiente. El dictador culminó el colonialismo italiano, iniciado a finales del siglo XIX, mediante la instauración en mayo de 1936 del África Oriental Italiana, que significó la proclamación imperial del Rey Víctor Manuel III. No obstante, la popularidad del Duce disminuyó cuando adoptó una serie de medidas, entre las que cabe destacar las siguientes: El envío de tropas para apoyar al general Francisco Franco durante la Guerra Civil española (1936-1939); La alianza con el dictador nacionalsocialista alemán Adolf Hitler mediante la formación en 1936 del Eje Roma-Berlín, que culminó con el denominado Pacto de Acero entre ambos estados, acordado en mayo de 1939; La promulgación de leyes contra los judíos y la invasión de Albania, que, llevada a cabo en abril de ese último año, supuso la entronización de Víctor Manuel III como Rey de ese país. Benito Mussolini ejerció una notable influencia sobre los políticos españoles más conservadores. En 1923, al llegar al poder tras un golpe de Estado, el general y dictador Miguel Primo de Rivera trató de imitar a Mussolini e implantó soluciones e instituciones de carácter fascista hasta su caída en 1930. Posteriormente, partidos políticos de derechas, una vez implantada la II República española, enviaron emisarios al dictador italiano para buscar su apoyo en los planes que estaban preparando con el objeto de levantarse contra el régimen republicano. La subsiguiente sublevación encabezada por el general Francisco Franco se inició en julio de 1936 y Mussolini apoyó decisivamente a los rebeldes, enviando poco después a España tropas en su ayuda. 4. El segundo conflicto mundial De la “no beligerancia” a la “guerra paralela” Mussolini consideró que el Ejército italiano no estaba preparado cuando tuvo lugar el inicio de la II Guerra Mundial en septiembre de 1939. Hasta que las tropas alemanas invadieron Francia en junio de 1940, no se decidió a entrar en el conflicto y hacer cumplir los acuerdos a que le obligaba su pertenencia al Eje. Italia luchó contra los británicos en África, invadió Grecia el 28 de octubre de 1940, en la presunción de poder ocuparla rápidamente y sin esfuerzo, pero la empresa resulta dificilísima y muy dura, solamente será llevada a término al año siguiente, con la colaboración decisiva de las tropas alemanas. Se unió a los ejércitos alemanes en el reparto de las áreas de influencia en el territorio yugoslavo y en la invasión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y, finalmente, en diciembre de 1941 declaró la guerra a Estados Unidos. Tras el incremento del control alemán sobre el régimen fascista italiano y las múltiples derrotas que sufrieron los ejércitos del Duce en dichas operaciones bélicas, el Gran Consejo Fascista le retiró su confianza y destituyó el 25 de julio de 1943. El Rey Víctor Manuel III, eterno admirador del Duce, para salvar su propio pellejo depuso a Mussolini ordenando su arresto y nombró en su lugar al mariscal Pietro Badoglio. Al día siguiente Mussolini fue detenido en ‘Villa Savoia’ para quedar bien ante los ojos del enemigo. A las doce del 25 de julio, la radio comunicaba a la población: “Su Majestad el Rey-Emperador Víctor Manuel ha aceptado la dimisión de los cargos de Jefe del Gobierno y Secretario de Estado de Su Excelencia el ‘Cavaliere’ Benito Mussolini, y ha nombrado Jefe del Gobierno y Secretario de Estado al ‘Cavaliere’ Mariscal de Italia Pietro Badoglio”. Entonces Badoglio, se preocupó en hacer un armisticio con los aliados que habían invadido el sur de Italia. Badoglio fue el tercer hipócrita de esta historia, y junto al Rey abandonó la capital para dirigirse hacia Brindisi, dominado por los aliados, dejando Roma a manos de los alemanes. El 28 de julio Mussolini fue llevado a la isla de Ponza y, más tarde, el 6 de agosto, a la isla de La Madalena, para finalmente trasladarlo al Gran Sasso, una estación de invierno en las alturas de los Abruzzos, adonde sólo se podía llegar a través de un funicular. Lo alojaron en el hotel “Campo Imperatore” bajo la vigilancia de doscientos cincuenta ‘carabinieris’. Los alemanes liberaron ese mismo mes a Mussolini, el 12 de septiembre de 1943, una audaz hazaña del coronel alemán de las SS, Otto Skorzeny, consiguio hacer aterrizar a 90 hombres en planeadores y rescatar al Duce. Con él voló en un ‘Fieseler-Storch’ a Pratica di Mare, donde les esperaba un Heinkel He-111 para llevarlos a Viena y de allí a Munich. Tras una conversación con Hitler, éste le nombró jefe de la República Social Italiana, fugaz régimen colaboracionista radicado en Saló (en la orilla occidental del lago de Garda, norte italiano) y que sólo subsistió por la protección alemana y así el 3 de septiembre de 1943 llegó a un acuerdo y el día 8, rompiendo su palabra de honor, declaró la guerra a Alemania, hasta entonces su aliado. Los italianos del norte le siguieron siendo fieles, pero se desató una guerra civil entre los partisanos y los fascistas, A todo esto, en Italia reina un gran caos, con las tropas italianas que no saben a quien servir, si a Badoglio, a Mussolini o a los alemanes. El 13 de marzo de 1945 Mussolini envió a su hijo Vittorio a entregar al cardenal Schuster, arzobispo de Milán, una carta solicitando algunas garantías para la población civil en el caso de que los alemanes evacuaran Italia, y las fuerzas fascistas tomaran posiciones en los Alpes. El cardenal Alfredo Ildefonso Schuster creyó que el gesto era perfectamente inútil, pero transmitió el mensaje a los aliados por medio del nuncio apostólico de Berna. En cuanto el mensaje llegó al cuartel general instalado en Casera, los aliados respondieron considerándolo no recibido, como si los alemanes hubieran aceptado ya la capitulación. Durante los últimos días de la guerra en Europa, los comandantes partisanos discutieron sobre que hacer mientras esperaban desde Roma un comunicado en el cual el CLN (Comitato di Liberazione Nazionale - Comité de Liberación Nacional) manifestaba la necesidad de un renacimiento social, político y moral de Italia posible sólo con la eliminación de Mussolini y la destrucción de cada símbolo del partido fascista presente en el país. El documento llegaba firmado por todos los componentes del CLN (Partido Comunista, Partido Socialista Italiano de Unidad Proletaria, Democracia del Trabajo, Partido de Acción, Democracia Cristiana y el Partido Liberal Italiano). 5. Los últimos días... El 25 de abril de 1945, Mussolini acudió al palacio del cardenal Schuster para reunirse con representantes del movimiento partisano Comité de Liberación Nacional. Las propuestas que recibió Mussolini fueron terminantes: Rendición incondicional, exigiendo la concentración de todos los fascistas en el triángulo Milán-Como-Lecco, donde entregarían las armas. Después se emprendería acción legal contra algunas personas, al resto se les garantizaría inmunidad en calidad de prisioneros de guerra. El Duce se retiró del arzobispado de Milán con la promesa de volver tras meditar la propuesta, pero ante la evidencia de que los partisanos iban a fusilarlo, decidió huir a las cercanías del lago de Como, ya que su vida no estaba segura en Milán. El secretario del Partido Socialista, Alessandro Pertini, había ido a buscarle al palacio del cardenal, afirmando que bastarían un par de días para establecer un tribunal popular y ejecutarle en juicio sumarísimo. Mussolini intentó huir a Suiza con su amante, Claretta Petacci, pero ambos fueron capturados en las cercanías de Dongo provincia de Como por partisanos italianos, cuando la decisión ya había sido tomada, quienes les fusilaron en Giulino di Mezzegra (en las proximidades del lago de Como) el 28 de abril de 1945 por orden del Comité de Liberación Nacional. Los cadáveres de Benito Mussolini, su amante Clara Petacci y otras quince personas representantes del Fascismo italiano, entre ellos Alessandro Pavolini, Paolo Zerbino, Incola Bombacci, Luigi Gatti, secretario personal de Mussolini, y varios ministros, fueron transportados y expuestos públicamente colgados por los pies cabeza abajo del techo de un distribuidor de gasolina en Piazza Loreto de Milán el 29 de abril de 1945, donde un año antes fueron fusilados y expuestos quince partisanos como represalia por un atentado a un camión alemán. La muchedumbre enfurecida se ensañó con los cuerpos con insultos y escupitajos. Sobre la muerte de Mussolini se produjeron muchas conjeturas y teorías que pusieron en duda muchos puntos de la versión de los hechos ofrecida por el Coronel Valerio (Walter Audisio), el comandante partisano que tuvo el encargo de ejecutar la decisión del CLN considerada por algunos una información con poco crédito. Según una hipótesis alternativa, el encargo fue ejecutado por el partisano Bruno Giovanni Lonati junto a un agente británico que deseaba apoderarse de algunos documentos y cartas del estadista con Churchill, algo comprometedor para éste último. El asesinato de Mussolini y la decisión de exhibir su cuerpo al público escarnio recibieron sucesivamente numerosas críticas. Aún hoy día algunos interrogativos se mantienen abiertos, sobre la legitimidad de lo acontecido y las motivaciones que llevaron al hecho. Sin embargo, no es posible hacer una evaluación unívoca y objetiva que no tenga cuenta de las circunstancias y del contesto histórico. El único punto que puede observarse es que en Italia no fue celebrado un proceso judicial contra los líderes fascistas comparable al realizado en Nuremberga contra el Nazismo. Un proceso similar, con los límites que implicaba, hubiese resultado expresión de un juicio por encima de las partes. Después que el cadáver de Mussolini fue escondido con fines de extorsión, actualmente se encuentra sepultado en Dovia di Predappio en la capilla familiar. Durante sus últimos días el Duce no se separaba nunca de una cartera de cuero, que a su juicio, contenía documentos importantísimos, que podían cambiar de forma radical la visión de los hechos ocurridos durante la contienda. Pudo ser una artimaña de Mussolini, pero lo cierto es que esa cartera desapareció después del asesinato del Duce... -Cruz que marca el sitio en Giulino di Mezzegra donde Mussolini fue fucilado. Notas: (1) Fasci o Fasces (en latín, "haces"), antiguo símbolo romano de la autoridad real o magistral, consistía en un haz de bastones de madera atados con cintas de cuero, que en un principio incluían un hacha. Los fasces se llevaban en los cortejos delante de los magistrados y los dictadores, eran transportados por funcionarios conocidos como lictores. Normalmente estaban hechos de abedul pero a veces eran de olmo, se ataban con una cinta de cuero escarlata y la cabeza del hacha sobresalía del haz. Simbolizaban el poder de castigo; el hacha simbolizaba el poder de la vida y la muerte. El hacha desaparecía cuando el fasces era transportado a la ciudad de Roma. Publio Valerio Publicola, uno de los fundadores de la República romana, inició la práctica de bajar el fasces ante todas las asambleas públicas, en reconocimiento de la soberanía del pueblo. El fasces de los generales que habían obtenido grandes victorias y cuyas tropas les habían aclamado como imperator (emperador), en tiempos de la República, eran coronados con laurel. Más tarde este honor sólo se concedía a los emperadores. Entre 1919 y 1945 el Partido Fascista de Italia usó el fasces como su emblema oficial. (2) Camicie Nere (en español, Camisas negras), nombre dado a los miembros del Squadre d'Azione (escuadrón de acción) paramilitar fundado en Italia en 1919; fue llamado así debido a que la camisa negra formaba parte de su uniforme. Caracterizados por un nacionalismo extremo, los Camisas negras empleaban la violencia para eliminar a los oponentes del fascismo, sobre todo a los socialistas y comunistas. Este grupo fue organizado por el dictador italiano Benito Mussolini, que los incorporó al partido fascista en calidad de milicia nacional en 1921. En marzo de 1922, los Camisas negras marcharon sobre Roma y obligaron a Víctor Manuel III, rey de Italia, a aceptar el régimen de Mussolini. El término 'Camisas negras' también fue utilizado para referirse a los miembros de las SS, los cuerpos de elite del partido nazi alemán. (3) Pactos de Letrán, también llamado Tratado de Letrán, nombre por el que se conoce a los acuerdos firmados en el palacio de Letrán (Roma) el 11 de febrero de 1929 entre el reino de Italia y el Papado. El acuerdo, que incluía asimismo un concordato, sentó las bases de las relaciones entre Italia y la Santa Sede con el objeto de poner fin al conflicto, conocido como la Cuestión Romana, surgido en 1870 cuando el reino de Italia, constituido nueve años antes tras la culminación de la unificación italiana, se anexionó los Estados Pontificios. Lectura Final: Benito Mussolini fue ante todo un excelente periodista, un ser intuitivo y un visionario en sus ideas políticas. Fue un adelantado en muchos aspectos. Como estadista político demostró ser completo por presencia y capacidad de trabajo, amaba practicar todos los deportes desde el tenis hasta el fútbol y el boxeo, era un excelente jinete y nadador, sabía pilotear aviones, practicaba esgrima, hablaba 5 idiomas (francés, inglés, alemán, español e italiano), poseía una vasta cultura y sus discursos son una obra de arte. Los gestos ampulosos y exagerados, la voz metálica y potente, sus diálogos con las masas desde el balcón lo muestran como un actor consumado. Durante la época de la cosecha del trigo se ponía a trabajar a la par de los campesinos con el torso desnudo (el che en Cuba lo imitaría 30 años más tarde) o manejaba los tractores. Su personalidad arrolladora encantaba por igual a hombres y mujeres y en cualquier conferencia internacional era el centro de atención y le gustaba oficiar de intérprete para lucirse en su dominio de los idiomas. Parecía un hombre sin fisuras pero lamentablemente, y especialmente después de la muerte de su hermano (que casi coincide con la llegada de Hitler al poder), empezaron a aflorar grietas ocultas que le terminarían ocasionado un daño tremendo a la historia reciente de Italia. Sus inseguridades comenzaron a acentuarse con el correr de los años, para detener sus impulsos napoleónicos ya no estaba Arnaldo y para colmo en Alemania estaba surgiendo un líder que comenzaba a quitarle protagonismo a nivel internacional. Sus aventuras (o desventuras) en África pronto comenzarían a desprestigiarlo y el dictado de las leyes raciales en 1938 dejaría una huella indeleble en la historia de Italia y marcó el comienzo del fin del régimen fascista. Grandes pensadores y físicos de la talla de Enrique Fermi (que luego contribuiría a construir la bomba atómica) dejaron Italia, los grandes capitales judíos emigraron a otros países y la opinión general se mostraba indignada por la persecución antisemita. El régimen ya no tenía el mismo consenso y la entrada de Italia en la guerra fue en todo caso la estocada final a un largo proceso de desaciertos. En 1943, en medio de las derrotas militares y mientras los aliados desembarcaban en Sicilia, el Gran Consejo Fascista, que hasta entonces se había limitado a avalar las decisiones de Mussolini, se deshace de su jefe para quedar bien ante los ojos del enemigo. El rey Víctor Manuel III, eterno admirador del Duce, también piensa en salvar su propio pellejo y depone a Mussolini ordenando su arresto. Badoglio, el tercer hipócrita de esta historia, genocida de nativos en Etiopía en 1936, asume el nuevo gobierno y junto al Rey abandonan la capital y se dirigen al sur dominado por los aliados. Rompiendo su palabra de honor, Badoglio le declara la guerra a su aliado Alemania manteniendo la tradición italiana de pasarse al bando enemigo. Ya decía Napoléon que no se podía confiar en los italianos porque Italia nunca terminó una guerra del mismo lado en que la empezó. Al poco tiempo Mussolini es liberado por los alemanes y contra su voluntad (el quería retirarse de la política) Hitler lo nombra jefe de la República fantoche de Saló. Los italianos del norte le siguen siendo fieles pero se desata una guerra civil entre los partisanos y los fascistas. En Italia reina el caos con las tropas italianas que no saben a quien servir, si a Badoglio, a Mussolini o a los alemanes. La guerra se transforma en una lucha fratricida entre fascistas y antifascistas y los alemanes invasores dejan el sello de las SS sobre la población civil italiana. Mussolini, reducido a una condición de lacayo de los alemanes, increíblemente sigue el juego de éstos ordenando matanzas contra su propio pueblo. Viejos amigos, jerarcas del partido y hasta el Conde Ciano, padre de sus nietos, son fusilados por orden directa de Mussolini. Su hija Edda, luz de sus ojos, nunca le perdonó el asesinato de su marido. Si a Italia la guerra le costó lo indecible, a Mussolini la guerra le cobró a nivel personal la vida de su hijo Bruno que murió piloteando un avión y el afecto de su hija Edda que nunca más le dirigió la palabra. Cuando en 1945 Mussolini disfrazado de soldado alemán cayó en manos de los partisanos (seguramente mandados por Churchill) en su camino a la frontera suiza, debió sentirse aliviado. Sin embargo, él quería seguir viviendo para salvar su posición ante la historia. Su viejo amigo, Sir Winston Churchill no le dio la oportunidad. EL HIJO OCULTO DEL DUCE En 1915, el entonces soldado y periodista Benito Mussolini tuvo un hijo secreto con una joven llamada Ida Dalser. Pero el futuro dictador, mujeriego incorregible, dejó de inmediato a la mujer y al niño para casarse con su amante Rachele Guidi. Ante la amenaza de arruinar su carrera política con un escándalo, el “Duce” recluyó a Ida y a su hijo en manicomios hasta que ambos murieron. Ahora la historia ve la luz. Esposo devoto, abnegado padre de familia, hombre íntegro y moral… Esa es la bucólica imagen de Benito Mussolini que, durante 20 años, el régimen fascista se esforzó a toda costa por transmitir a la población italiana. Sin embargo, la realidad era otra muy distinta. El Duce fue un mujeriego empedernido que tuvo innumerables amantes y que probablemente dejó varios hijos ilegítimos desperdigados por el mundo. Pero lo verdaderamente terrible es que, a fin de mantener su leyenda de marido virtuoso y de honrado cabeza de familia, el dictador italiano no tuvo el más mínimo reparo a la hora de recurrir a los métodos más expeditivos y crueles que se puedan imaginar. Incluida la reclusión de por vida en un manicomio de su primogénito varón y de la mujer que lo llevó en su vientre. Es sólo ahora, 60 años después de la ejecución del líder fascista, cuando la pavorosa realidad se ha abierto paso y ha salido finalmente a la luz. Y lo ha hecho a través de la minuciosa investigación que durante tres años han llevado a cabo Gianfranco Norelli y Fabrizio Laurenti, dos periodistas de origen italiano afincados en Nueva York, que no han dudado en plasmar sus averiguaciones en un sobrecogedor documental titulado El secreto de Mussolini, que recientemente se emitía con gran éxito de audiencia en la RAI, la radiotelevisión pública italiana. Apuntalada en numerosas pruebas escritas y en diversos testimonios y entrevistas hasta ahora desconocidos, la indagación conducida por estos dos sabuesos del periodismo reconstruye la historia de Ida Dalser y del hijo que ésta tuvo con el Duce. Un episodio que el dictador fascista se esforzó por enterrar pero que ha acabado emergiendo a la superficie. Gracias a ello, la desventurada Ida Dalser ha podido finalmente vengarse del hombre que durante 11 años, y hasta su muerte, la mantuvo encerrada en un centro psiquiátrico a pesar de estar cuerda. El mismo tipo que permitió que el hijo que tuvo con ella falleciera con sólo 27 años en la soledad de otro manicomio en el que llevaba siete años recluido. En un intento final por hacer justicia, esta pretende ser más la historia de Ida Dalser que del desalmado que convirtió su vida en un infierno. La historia de una mujer, hermosa y apasionada, que nació allá por 1880 en el seno de una familia bien de Sopramonte, localidad situada a pocos kilómetros de Trieste y que, por aquel entonces, como todo el resto de la región del Trentino, formaba parte del Imperio austro-húngaro. Moderna y avanzada, la Dalser estudió estética en París y, a su regreso a Italia, abrió en Milán el exótico Salón Oriental de Higiene y Belleza Mademoiselle Ida. La vida le sonreía cuando, en 1913, se lió con un periodista de éxito y aspiraciones políticas. Engreído y ambicioso, el sujeto en cuestión era el flamante nuevo director del rotativo socialista Avanti (Adelante). Se llamaba Benito Mussolini y con él inició Ida Dalser un apasionado romance. Eran años tumultuosos para Italia que, ante el estallido en 1914 de la I Guerra Mundial, quedó fuertemente dividida entre los que defendían la necesidad de que el país entrara en la contienda y los que apoyaban que permaneciera neutral. En un principio, Mussolini se apuntó al bando de los que se oponían a la guerra, pero no tardó mucho en pasarse a las filas de los intervencionistas. Su apoyo a favor de la participación de Italia en la intervención armada le valió la expulsión del Partido Socialista y le obligó a dejar la dirección del diario Avanti. Pero se consoló fundando un nuevo periódico: El Pueblo de Italia. Pasión. En aquel momento, el romance entre la Dalser y Mussolini pasaba por su momento más tórrido. Hasta el punto de que ella no sólo defendía con uñas y dientes a su amado de las numerosas críticas de sus cada vez más numerosos enemigos sino que, para ayudarle económicamente a poner en marcha el nuevo rotativo, vendió su negocio de belleza y puso a su disposición todos sus ahorros. La relación entre ambos iba en aquel entonces tan viento en popa que la pareja llegó incluso a iniciar los preparativos de su boda. Una boda que pronto adquirió carácter urgente, dado que Ida quedó embarazada. Pero los días de vino y rosas duraron poco. El Duce, concentrado en recaudar fondos con los que financiar su nuevo periódico, repartía el poco tiempo libre que le quedaba entre sus varias amantes. Y, sobre todo, retoma la relación con su viejo amor, Rachele Guidi, con quien ya tenía una hija. En medio de todo aquello, Italia le declara la guerra a Austria y Mussolini parte a luchar al frente. Ida Dalser permanece en Milán: sola, encinta y sin medios económicos con los que mantenerse. El 11 de noviembre de 1915 nace el hijo de Dalser y Mussolini. El pequeño recibe el nombre de Benito Albino. Pero, al enterarse de la llegada del niño al mundo, Rachele Guidi se hunde en una depresión e intenta suicidarse. Empujado por los acontecimientos, Mussolini decide casarse civilmente con ella. Pero dado que está en el frente, el matrimonio se celebra por poderes. La Dalser, por su parte, no termina de creerse que su amado la haya dejado plantada para contraer nupcias con Rachele Guidi. Así que va proclamando a los cuatro vientos que es ella la única y legítima esposa de Mussolini. Con tal furia y apasionamiento que llega incluso a convencer de ello al Ayuntamiento de Milán, que emite un documento reconociéndole el derecho a un subsidio de guerra como esposa del soldado Benito Mussolini. Y aún hay más. El 11 de enero de 1916, sólo dos meses después del nacimiento de su hijo, la Dalser consigue que su marido reconozca la paternidad del pequeño ante un notario. El Duce, cuya posición económica ha mejorado notablemente, se compromete incluso a hacerse cargo del sustento económico del niño. Ida inscribe al crío en el registro de Milán con el apellido del padre. Sin embargo, tras haber reconocido al niño, Mussolini trata de quitárselo a la madre. El caso termina en los tribunales, donde los jueces acaban concediendo la guardia y custodia del pequeño a la madre y condenando al padre a pagar 12.000 liras mensuales a la Dalser para colaborar en la manutención del crío. A partir de ese momento, los dos ex amantes están en guerra abierta. Ida va por ahí criticando abiertamente a Mussolini y lanzando graves acusaciones contra él. La aún incipiente carrera del Duce se ve amenazada por las imputaciones de la Dalser, que asegura que Francia ha ayudado económicamente a Mussolini a poner en marcha su nuevo periódico, a cambio de que éste presionara desde las páginas del diario para que Italia entrara en la guerra apoyando a Francia. El Ministerio del Interior italiano llega a abrir una investigación sobre el asunto, al que, sin embargo, termina dando carpetazo. El tiempo acabaría demostrando que las acusaciones de Ida Dalser eran ciertas. Nada ni nadie fue capaz de detener el ascenso al poder de Mussolini, que se convierte en jefe de un movimiento político que muy pronto asume las características de una organización paramilitar en toda regla: los Camisas Negras. En octubre de 1922, y en un momento de gran desestabilización política en Italia, nada menos que 25.000 Camisas Negras marchan sobre Roma sin resistencia a su paso. Mussolini recibe el encargo de formar un nuevo Gobierno y se convierte en el primer ministro más joven de la historia de Italia. Mientras tanto, Benito Albino crece junto a su madre en Sopramonte, bajo la atenta mirada de la policía que les sigue allí donde van. Convertido en jefe del Gobierno, el Duce deja la dirección de El Pueblo de Italia a la única persona en la que confía ciegamente: su hermano Arnaldo. Y a él también le encarga la delicada y siniestra tarea de gestionar los fondos secretos del recién nacido Partido Fascista, destinados a asuntos de naturaleza privada entre los que se encuentra el hijo que ha tenido con Ida Dalser. A partir de ese momento, Arnaldo será quien tome todas las decisiones importantes concernientes a la ex amante de su hermano y al hijo de ambos. Sin apellido paterno. Una de las primeras disposiciones de Arnaldo consiste en prohibir a Benito Albino utilizar el apellido de su padre. Pero, ignorando esa orden, la Dalser sigue pregonando a los cuatro vientos que el chaval es hijo del Duce. Su rebeldía llega a un punto tal que, en una carta a sus superiores, el jefe de la Policía de Sopramonte se atreve a mencionar por primera vez el manicomio como la solución al “problema Dalser”. Pero ella, erre que erre, continuó desafiando a su ex amante. De hecho, y con motivo de la visita a Trento del Ministro de Educación, el 19 de junio de 1926, la Dalser trata de burlar la vigilancia policial para acercarse al político (al que conocía de sus tiempos de Milán) y pedirle que la ayude a poner remedio a las injusticias de las que es objeto. Pero no lo consigue: antes de poder aproximarse al ministro, es arrestada y recluida en el Psiquiátrico de Trento. Allí permanecerá hasta su fuga, el 15 de julio de 1935, sin dejar ni un solo día de proclamar su lucidez, alegando que su ingreso en aquel tenebroso lugar respondía a una represalia del Duce en su contra para que no volviera a ver nunca a su hijo. Tras su encierro, el régimen fascista pasa a ocuparse del vástago. Benito Albino es enviado a un colegio no muy lejos de Trento. Pero el crío se escapa, así que Arnaldo decide trasladarlo a una escuela más lejana y con una disciplina más dura: el internado Carlo Alberto de Moncalieri, donde educan a los pupilos de la aristocracia italiana. El chaval pronto da signos de haber heredado el carácter rebelde de su madre. En el colegio, y a pesar de las órdenes explícitas que ha recibido de no revelar a nadie que su padre es el jefe del Ejecutivo, Benito Albino aprovecha cualquier ocasión que se le presenta para contarlo a sus compañeros. El problema es que a ese colegio acuden los hijos de las más ricas e influyentes familias italianas, con lo que el régimen fascista comienza a considerar la conducta de Benito Albino como un peligro para la imagen del Duce. Así que el niño es enviado a casa del hombre que ha sido nombrado su tutor: Guilio Bernardi, comisario de Sopramonte y fascista hasta la médula. La muerte prematura de Arnaldo Mussolini en 1931 de un infarto en su despacho del diario El Pueblo de Italia deja el destino de Benito Albino en manos de Guilio Bernardi. Y más a partir del momento en que éste termina el procedimiento legal para que el joven lleve su apellido y no el de Mussolini. Pero, a pesar de ello, el chico continúa declarándose públicamente hijo del Duce. Además el joven, que ya tiene 17 años, muestra una sorprendente semejanza física con su padre. Tanto que Bernardi da órdenes a la Policía de Trento de que se destruyan todas las fotografías del chico que circulan por la ciudad. Y, como golpe final, lo enrola en la Marina, enviándolo a la Escuela Naval de La Spezia, donde también estudia un sobrino suyo al que encarga vigilar de cerca al muchacho. En agosto de 1934, terminada su instrucción en la Escuela Naval, el hijo del Duce es enviado a extremo Oriente, embarcando en el buque Quarto, atracado en el puerto de Shanghai. Allí también sigue proclamando a todo aquel que desea escucharle que es hijo del líder fascista. Y allí recibe en la primavera de 1935 un telegrama de Bernardi comunicándole la muerte de su madre en el manicomio. Benito Albano, que está muy unido a ella a pesar de que no le han permitido verla desde su ingreso en el psiquiátrico, cae en una profunda depresión. Tan profunda que el comandante de la nave decide reenviarlo a Italia con el argumento de que “resulta peligroso para sí mismo y para los otros”. Encerrados. A su llegada a Italia, es recluido en una celda de aislamiento de la Marina Militar de Brindisi por tres semanas. Durante la serie de interrogatorios y visitas psiquiátricas a las que es sometido, le dicen que su madre no ha muerto, que está viva, que es una prostituta y que sufre un fuerte desequilibrio mental. Efectivamente, Ida Dalser no ha fallecido. Continúa en el manicomio de Pergine, donde lleva ya encerrada nueve años. En ese tiempo ha escrito miles de cartas a parientes, amigos y autoridades políticas (la inmensa mayoría de las cuales jamás llegaría a sus destinatarios), en las que asegura estar perfectamente cuerda y en las que acusa al régimen fascista de haberle quitado a su hijo. Durante siete años, no se le ha permitido recibir ninguna visita, y sus contactos con otros pacientes permanecen limitados al máximo. Pese a las férreas medidas de seguridad, la noche del 15 de julio de 1935, Ida Dalser consigue fugarse del manicomio. Acude a casa de su familia en Sopramonte, con la esperanza de ver a su hijo. Pero tres días después de su huida es arrestada por la Policía e internada en el frenopático de San Clemente, en una isla de la laguna de Venecia. Honda depresión. A pesar de haber sido informado de que su madre está viva, Benito Albino no logra levantar cabeza y continúa sumido en una honda depresión. Su ya padre adoptivo, Guilio Bernardi, ordena el 5 de agosto de 1935 su internamiento en el hospital psiquiátrico de Milán, aunque en la ficha clínica se hace constar que su ingreso en el centro es “voluntario”. Los médicos diagnostican que padece síndrome paranoide (justo la misma enfermedad que en su día le fue atribuida a su madre) y decretan que su internamiento sea definitivo. Ida Dalser muere en el manicomio de Venecia el 3 de diciembre de 1937 de una hemorragia cerebral. Es enterrada en una fosa común. Benito Albino, por su parte, fallece el 26 de agosto de 1942 en el Psiquiátrico de Milán, con tan sólo 27 años y con la mitad de peso del que tenía cuando ingresó “voluntariamente” en el centro. Como en el caso de la madre, el régimen fascista trata por todos los medios de ocultar la realidad sobre su muerte. Así, según la versión oficial, el hijo de la pareja falleció en 1941 en acción de guerra. Han sido dos periodistas los que, finalmente, han desbaratado el cuidadoso mecanismo orquestado por el régimen fascista para ocultar la existencia de un hijo secreto del dictador. “El descubrimiento de la verdad ha comenzado a través de un amigo, que estuvo de vacaciones en Trento y que a su regreso nos contó que allí se hablaba de un hijo de Mussolini que había estado ingresado en un manicomio. Al principio, pensamos que se trataba de una invención”, admite Fabrizio Laurenti, autor junto con Gianfranco Norelli del documental que ha probado que Benito Albino era hijo de Mussolini. Laurenti reconoce que ya antes que ellos otros reporteros habían hablado de la existencia de un hijo secreto del Duce que fue internado en un manicomio por orden del líder fascista. “Pero ninguno había conseguido confirmar este hecho de manera oficial”, añade. Sin embargo ahora, y a la vista de las numerosas pruebas documentales que por primera vez han logrado reunir los dos periodistas, no hay duda que valga: Benito Albino era hijo de Mussolini y, a fin de ocultárselo al mundo, él y su madre lo pagaron con su vida. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- BENITO MUSSOLINI (parteII) Resulta como mal chiste saber que cuando nació uno de los hombres más despreciables de la historia, su padre le puso Benito por el patriota mejicano Benito Juarez. Benito Mussolini,nacido un 29 de julio de 1883 en Forli, Italia, pasa a la historia como uno de los dictadores más crueles y uno de los hombres más cochinos que hayan pisado este planeta…Fue ajusticiado por los partisanos italianos un 28 de abril de 1945 después de haber saboreado la hiel de la pérdida del poder, pero tuvo la buena leche de contar con alguien que lo amara descabelladamente hasta en el momento de despedirse de este valle de lágrimas. Benito era el hijo de un herrero llamado Alessandro, y su madre era la maestra Rosa.Ambos eran endemoniadamente socialistas, y en la casa nunca había suficiente para la mesa. En 1901 Benito logró terminar su educación que le permitiría ser maestro de escuela, pero un año más tarde prefirió irse a Suiza. Sin poder encontrar un empleo fijo, fue arrestado bajo cargos de vagancia y fue expulsado de Suiza. Tuvo que regresarse a Italia para poder hacer su servicio militar. Tras tener más problemas con la policía,se sumó al periódico en el pueblo austríaco de Trento en 1908. Como periodista empírico hizo sus primeros pinitos y hasta osó escribir una novela llamada La Querida del Cardenal. Cuando los austríacos se cansaron de sus desmanes y lo expulsaron, fue a para a Forli como editor de un periódico socialista llamado La Lucha de Clase. En 1910 Mussolini sería el secretario del partido socialista en Forli.En esta etapa de la vida, sus ideas eran diametralmente opuestas a las que tendría en el cenit de su carrera política. Se jactaba de ser un antipatriota y cuando Italia le declaró la guerra a Turquía en 1911, fue apresado por difundir propaganda pacifista en su periódico. Logrando que lo hicieran editor del periódico oficial socialista Avanti, se mudó a Milán, donde hizo labor proselitista entre los dirigentes obreros.El manifestaba que los obreros debían conglomerarse en fascios(motetes) para poderse preparar para la toma del poder. Algunos vieron esto como el inicio del movimiento fascista. La megalomanía de Benito ya venía en ascenso, y sus parrandas en los burdeles de Milán se hicieron tristemente célebres. Algunos creen que en una de esas visitas a los lupanares, pesco la tremenda sífilis que habria de llevarlo a una serie de trastornos que afectaron su vida como político. A la hora de casarse Mussolini escogió a una buena chica, Rachele Guidi, ex alumna suya que trabajaba en una fonda. Como buen socialista que Benito decía ser, le dijo a Rachele que el matrimonio era cosa de burgueses y que era mejor solo arrejuntarse. Cuando la madre de la chica se enteró de que Benito le quería hacer la leona a su hija, fue a arrastrar a Benito, quien ni corto ni perezoso sacó una pistora e hizo una oferta que la dama no pudo rechazar. "Hay siete balas, 5 para mí, una para Rachele y otra para usted. "La airada suegra cedió pero Benito con el correr de los años legalizó su unión para legitimar los hijos y desmentir que Ida dalser (una ex amante de Benito) se autoproclamara la Sra. Mussolini. Habría de tener varios hijos con ella y permanecer atado a Rachele, pero solía practicar la violencia intrafamiliar, pegando a su esposa y sus hijos. También Mussolini le habría de dar amplio quehacer con numerosas mujeres. Tuvo un fling con la periodista francesa Magda Fontanges, y muchas veces llegaba bolo a casa, hasta que un día Rachele amenazó con matarlo si volví a llegar arreando chanchos floreados. Aunque Rachele y Benito nunca se separaron, Benito habría de encontrar el amor con Clara Petacci, una jovencita que fracasó en su matrimonio al ser casada contra su voluntad. Las relaciones entre Clara y Benito durarían más de 10 años, siendo la querida oficial de Benito. Benito instalada a Clara en bellísimos apartamentos de lujo y en uno de ellos Rachele se enfrentó con la querida. Iracunda ante el lujo que su esposo derrochaba con Clara, le gritó a Clara que algún día iría a parar a la Piazzale Loreto (lugar de reunión de las prostitutas vetustas), lo cual resultó ser una macabra predicción. Benito era tiempo y fogoso con Clara, y la cuidó con primor cuando Clara perdió al hijo de ambos y se escapó de morir Clara llegaría a amar tanto a su maloliente Benito que cuando éste perdió el poder y los partisanos lo buscaron para ajusticiarlo, ella ofreció morir por él. Los partisanos le habían dicho que ella podá irse, y el 28 de abril de 1945 cuando los partisanos optaron por fusilar a Benito, ella interpuso u cuerpo frente al de Benito en un tonto intento de salvarlo. Benito pasa a la historia como un peligroso hombre cuyo carisma político lo llevó muy lejos. El rey italiano Victor Manuele III- quien era tan pusilánime que no mandaba ni a traer las pastas de su casa- le tuvo tanto miedo a él y el poder de sus fascistas que optó por nombrarlo primer ministro. Curiosamente, luego ganaría el apoyo popular en elecciones y cabe mencionar que bajo el mando de Benito se estabilizó la economía italiana, se iniciaron importantes obras públicas y hubo prosperidad. Pero Benito tuvo el mal tino de aliarse con Hitler, cometer tantas torticerías contra los judíos que hasta el pianista polaco judío Arturo Rubinstein le rechazó un galardón, y actuó de una forma errática. Se hizo alérgico al agua y el jabón, prohibió que la Alfa Romero pintara sus carros de rojo pues solo el suyo podía lucir ese color y se hizo el ídolo de genios como el compositor operático Pietro Mascagni, el ingeniero Gugliegmo Marconi y el novelita Gabriele D’ Annunzio. Sus afanes expansionistas salieron a luz cuando se fue de necio a Grecia, y a nadie sorpendió que en 1943 se viera echado del poder. Era de esperarse que dos años después de perder el poder y no gozando de la protección de los alemanes, los partisanos le pasaran la cuenta. Tras ser fusilados Benito y su amante Clara, los cuerpos fueron llevados a papachín por el pueblo, quien procedió a orinarse y defecarse encima de ellos. Una vez en la Piazzale Loreto, los cuerpos hediondos fueron colgados para seguir siendo vilipendiados, siendo acertada la predicción de la esposa de Benito. Romano Mussolini era uno de los más prestigiosos músicos de jazz de su país. Estuvo casado con la hermana de Sofía Loren y era el padre de Alessandra, parlamentaria y titular del partido Libertat di Azzione. Esta mañana falleció en Italia a los 79 años Romano Mussolini, el menor de los cinco hijos de Benito Mussolini y el único que se mantenía con vida. La noticia fue dada a conocer por el partido Libertat di Azzione, que fundó y dirige su hija, la parlamentaria Alessandra Mussolini, quien recientemente abandonó el partido heredero del fascismo para crear su propio movimiento. Romano Mussolini, pianista y admirador de Oscar Peterson, fue uno de los músicos de jazz más prestigiosos de Italia y estuvo casado con María, la hermana de la actriz Sofía Loren. Su funeral se celebrará mañana en Roma, según informó la familia.
 
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