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  Vlad el empalador

VLAD EL EMPALADOR

 

Vlad Dracul, fue una figura histórica que gobernó Rumania por el siglo XV y sentó una marca de crueldad y homicidios. Sospechado de vampiro por sus contemporáneos, inspiró al irlandés Bram Stoker, a escribir Drácula, la novela que llevo a la fama a este personaje.
El conde Drácula, el personaje de la novela de Bram Stoker popularizado en el cine por Bela Lugosi, Christopher Lee hasta llegar a Gary Oldman, es la base de nuestra imagen de vampiro. Bajo la carga del romanticismo de Stoker, casi se pierde la figura histórica de Vlad Dracul, el empalador, terror de los turcos y príncipe de Transilvania.

Nació en 1428, sus ancestros se contaban entre los más altos de la aristocracia rumana e incluía a su abuelo Mircea el Grande, aliado del príncipe de Luxemburgo para detener a los invasores turcos.

Su padre también llamado Vlad, nieto de Mircea el grande, fue educado como un noble en la corte de Segismundo de Luxemburgo, donde fue inducido en la Orden del Dragón. Este honor le valió su nombre (dracul, en rumano quiere decir Dragón), su fama( en el dialecto campesino dracul quiere decir demonio) se acrecentó cada vez más en la región como la de el verdadero hijo del diablo.

Tras años de luchas intestinas su padre Vlad consolidó su trono y se decidió a tener hijos entre ellos su futuro sucesor. Este se crió entre batallas, pillajes y ejecuciones, mostrando desde niño una morbosa fascinación por las mazmorras de su padre. Al crecer los vientos de la política lo llevaron a servir como oficial del Sultán turco. Finalmente a los 25 años, tomo el trono de su padre, y ahí comenzaron los problemas. Su primera medida fue la de ejecutar a todo el consejo de Boyardos que tradicionalmente moderaba a los príncipes: primero empaló a la sus mujeres y niños, luego los hizo trabajar reconstruyendo una fortaleza y cavando túneles. Según las crónicas, uso su sangre para teñir de rojo el cemento de la torres. Esa crueldad era solo el comienzo. Vlad Dracul desató un reino de terror que transformó Rumania en una tierra sin crímenes, sin insultos, la menor contradicción a la voluntad del príncipe significaba la muerte inmediata. Una delegación de diplomáticos italianos lo aprendió en carne propia cuando cortésmente se negaron a sacarse el sombrero en presencia de Dracul; esto enfureció al príncipe y ordeno se le clavasen los sombreros en el cráneo usando piezas de plata y un gran martillo. Vlad recorría el castillo de noche disfrazado, viendo que hacían todos sus sirvientes; cuentan las crónicas contemporáneas que una noche el príncipe mando llamar a unas de sus sirvientes a su habitación, al día siguiente sobre el lecho de Vlad se encontró el cadáver de la joven completamente desangrado, pero sin el más mínimo rastro de violencia en su cuerpo, la madre de la joven que también pertenecía a los sirvientes del castillo murió dos años después atormentada con la idea que su hija venía todas las noches a su cuarto e imploraba que le diera descanso eterno.

Todos estos sucesos llevaron a que sus súbditos aseguraran que verdaderamente Vlad Dracul era el hijo del diablo y que a pesar de haber muerto su maléfico espíritu rondaría por siempre en busca de su alimento, la sangre humana.

SU REINADO

Poseemos escasos datos biográficos acerca de este personaje. Los que ha transmitido la historia no son demasiado esclarecedores. Todo parece indicar que nació cerca de la ciudad transilvana de Sighisoara, donde vivía su padre por aquel entonces, en fecha que se desconoce. Es muy probable que tuviera que ayudar a su progenitor desde muy joven a defender el trono de Valaquia, por el cual luchaban húngaros y rumanos desde hacía mucho tiempo; de hecho, la mayor de sus preocupaciones durante su vida fue conservar el principado Para ello, se vio obligado a aliarse con sus enemigos declarados, los turcos. El trono le fue arrebatado por el príncipe húngaro Vladislav II, y sus ansias por recuperarlo le hicieron alejarse poco a poco de los turcos y, hacia 1456, estrechar relaciones con el príncipe Iancu de Hunedoara, quien años antes había hecho ejecutar al padre de Vlad, y que además luchaba del lado del príncipe Vladislav por la posesión de las ciudades que éste tenía en Transilvania. Sus deseos de recuperar su trono, que le había sido arrebatado por el príncipe húngaro Vladislav II.

Tepes quiso aprovechar la oportunidad que se le presentaba para recuperar de nuevo el control de sus dominios y, aprovechando que el rey de Bohemia, Ladislao V de Habsburgo, veía peligrar sus intereses en la zona en conflicto, le solicitó un ejército con el que entrar en combate . Tan sólo unos meses más tarde, Tepes volvía a ser rey de Valaquia. Pero su reinado no fue tranquilo. En 1457, los príncipes húngaros y alemanes, , se aliaron entre sí ,temerosos del fuerte impulso independentista que el valaco estaba imprimiendo a su política y emprendieron una campaña popular contra él. Vlad puso fin a dicha campaña haciendo empalar a los cabecillas rebeldes después de haberles obligado a cavar sus propias tumbas. Para unos, era un héroe nacional, ardiente defensor de la independencia de su país, para otros no fue más que un sádico, que torturaba a sus víctimas sin necesidad, buscando tan sólo por su propio placer.

Ya en posesión de su trono, su siguiente problema a solucionar era la cuestión turca, que se agravó cuando Tepes se negó a pagar los tributos. Para librarse de Tepes, el sultán Muhammad II le citó cerca de Bucarest con una excusa banal, Vlad fingió caer en la trampa, e incluso acudió con generosos regalos para el de la media luna. El sultán, preocupado por sus argucias, no se dio cuenta que los encargados de transportar los ricos presentes no eran sino soldados del séquito del príncipe, que apresaron a los otomanos y volvieron con ellos a Tirgovisthe, la capital valaca. Allí fueron ejecutados con el castigo que había hecho famoso a Draculea, el empalamiento.

Rabioso de jubilo por el triunfo, el voivoda continuó avanzando hacia Estambul sobre la orilla derecha del Danubio, diezmando las tropas turcas . El mismo cuenta en una carta dirigida al soberano Matías Corvino que sus víctimas se contaban en número de veinticuatro mil, entre soldados y civiles. La oportunidad de poner fin al poderío turco era, pues, de oro, algo que no supieron ver los príncipes cristianos, que no prestaron al valaco ninguna ayuda. En esta situación, el sultán Muhammad II reunió el mayor ejército jamás visto -un cronista de la época da la cifra, sin duda exagerada, de doscientos cincuenta mil hombres- y aprestó a los hombres a la lucha, que después sería reforzada por una flota en el Danubio. Contra todo este aparato bélico, Vlad sólo podía oponer su pequeño ejército de diez mil hombres y recurrir a estrategias como la "guerra de guerrillas" y la "tierra quemada" que, sin embargo, le valieron el triunfo sobre el Sultán. Éste se vio obligado a ordenar la retirada y presentar la rendición, pero mediante una serie de intrigas políticas consiguió que el propio rey Matías ordenase encarcelar a Tepes. Durante los doce años que duró su cautiverio, desde 1462 a 1475, fue su hermano Randu quien ocupó el trono de Valaquia, que puso prácticamente en manos turcas.

No se sabe a ciencia cierta cuando Vlad consiguió salir de la prisión, pero se tiene constancia de que tomó parte en la batalla de Vaslui, en la región de Moldavia, el 10 de enero de 1475, a las órdenes de Esteban Báthory, y también de que al año siguiente el príncipe volvía de nuevo a tomar posesión de su trono. Pero pocas semanas más tarde fue sorprendido sin su escolta por los turcos y asesinado a traición . Su cabeza fue exhibida como un trofeo en Estambul. Fue sucedido en el trono por su hermano Randu, que reinó hasta 1500.

LOS CRÍMENES DE VLAD

Hay multitud de relatos acerca de Vlad Tepes en lugares como los archivos públicos de Estrasburgo, La iglesia Benedictina de St. Gall, y Lambach cerca de Salzsburgo. Muchas de ellas están impresas con pequeños grabados
y algunas están escritas a mano. La mayor parte son historias terroríficas con un fin moralizante para el lector. A pesar de la distorsión de los hechos y la imprecisión de lugares y fechas, por la forma se podría considerar reales. Veamos algunas de esas historias:

LA COMITIVA DEL SULTAN

Esta es probablemente la historia mas conocida sobre Drácula. Una comitiva mandada por el Sultán, fue de visita oficial a ver al príncipe y se negaron a quitarse sus turbantes cuando se arrodillaron ante el. Drácula les pregunto: "¿Por que os comportais de esta manera con un gran Príncipe?". Es la costumbre de nuestro país, mi señor, respondió el. Entonces Drácula les dijo: "Quiero ayudaros en vuestras costumbres, de forma que realmente se os queden fijadas". De esta manera ordeno que sus
turbantes fueran clavados en sus cabezas con pequeños clavos de hierro.
Mientras marchaban, Drácula les dijo: "Id y decidle a vuestro líder que si se atreviese a menospreciarme, no me conformaría con eso. Que no se atreva a intentar llevar sus costumbres a mis tierras."

LA MUERTE DE 500 HOMBRES

De acuerdo con un relato popular, antes de llegar al trono en 1456, Vlad congrego 100 de los mejores Boiardos en la entrada del palacio de Tirgoviste, junto con 5 obispos, los mas importantes abadeses de de los mas importantes monasterios extranjeros y nacionales y el arzobispado.
Mientras les miraba a la cara pensó que los asesinos de su padre y su hermano podrían estar entre ellos. Empezo a hablar.... "¿Cuantos reinos, habeis conocido, mis leales vasallos en vuestra vida?" Despues de algunas risas y murmullos, vino el silencio... -"Siete, mi señor"- dijo un hombre -"Yo he sobrevivido 30 reinados!!"- dijo otro. -"Desde su abuelo, mi señor no ha habido menos de 20 príncipes. Y yo las he sobrevivido a todos ellos."- dijo un tercero. El mas joven de todos ellos admitió que al menos había vivido por lo menos siete reinados. De esta manera, cada Boiardo
comprobó la severidad de su nuevo Príncipe, porque el titulo de Príncipe y cualquier significado de el eran vistos con ironía. Drácula dio una orden y en pocos minutos sus guardias reales rodearon la entrada y a los 500 boiardos, sus mujeres y niños, estos fueron empalados de inmediato cerca del palacio hasta que sus cuerpos se descompusieran o fueran comidos por los cuervos. Fue una lección para los que quedaron. Era mejor que guardaran lealtad al Príncipe o buscarse exilio en sus propios estados.

LA MUJER PEREZOSA

Drácula era una persona completamente obsesionada con el orden en su estado. Pocas veces dejaba marchar con vida a un soldado que viera mal ataviado en su ejercito. Le gustaba ver a sus ciudadanos trabajar y no toleraba alrededor suyo a cualquier persona lenta en su trabajo.
Un día, conoció a un hombre que llevaba una camisa desarreglada y demasiado corta. Además, también advirtió que sus pantalones estaban completamente rejados por un lado. Drácula inmediatamente ordeno que se la llevaran al castillo. "Estas casado?" le pregunto. "Si, lo estoy, su alteza". "Como es posible que permita que vayais con los pantalones rajados por un lado?. No es digna de vivir en mi reino. Será castigada!"
"Le pido su perdón, señor. Yo estoy contento con ella. Nunca deja la casa y es honesta" "Estarás mejor con otra si de verdad eres un hombre decente y trabajador".
Mientras tanto dos de los hombres de Drácula habían llevado a la mujer al castillo para que fuera inmediatamente empalada. Entonces le llevaron a otra mujer que rechazo casarse con el reciente viudo. Drácula le enseño a
la mujer lo que le había pasado a la anterior mujer del hombre y los motivos por los que había pasado. Inmediatamente acepto casarse con el hombre y durante su matrimonio trabajo tan duro como pudo para que no le sucediera lo que a la anterior.


VLAD DRACULA II

Cuando el escritor irlandés Bram Stoker estaba escribiendo su famosa novela de vampiros, se topó con la historia de un príncipe de Valaquia que finalmente proporcionó el nombre de su famosa novela: Vlad Drácula.

La historia del verdadero Drácula es bastante interesante, y mucho más terrorífica que la del personaje de ficción. Vlad no era un vampiro ni se asustaba con las cruces, era un cristiano. El vampiro de la novela mata alrededor de 16 caracteres, pero el cristiano Vlad Drácula mato a más de 20.000 personas reales. Como su padre, él era miembro de la orden del dragón , una sociedad cristiana antigua dedicada a combatir a los turcos y herejes. De hecho, su padre Vlad II era llamado Vlad Dracul, por haber recibido en 1431 del emperador Segismundo del Sacro Imperio Romano-Germánico dicha orden. El nombre Drácula proviene de "Draculea" (la terminación "ulea" en rumano quiere decir "hijo de", así Drácula es hijo de quien recibió la orden del Dragón). Aunque es considerado por algunos rumanos como un héroe nacional porque fue el único monarca capaz de rechazar las fuerzas del Imperio Otomano, es visto en general como un hombre cruel y sanguinario que atormentaba y asesinaba por puro placer.

La historia cuenta, por ejemplo, que tras dos años sin recibir tributo alguno de Valaquia, el Sultán Turco envió una expedición militar de castigo. En una emboscada nocturna Vlad Drácula sorprendió y derrotó a las tropas enemigas. El Sultán, humillado, envió una nueva expedición. Cuando por fin alcanzaron la ciudad de Tirgoviste huyeron despavoridos; Vlad Drácula había empalado en un radio de 3 Km. a los 20.000 turcos que había capturado previamente. Su práctica de empalar pueblos enteros le valió el sobrenombre de Tepes (TSEH-pesh que significa el empalador).

Además turcos y gente desleal, Vlad regularmente empalaba a infieles, gitanos, campesinos perezosos y a mujeres " impuras ". Él atravesaba estacas de madera (como los stauros) a través de sus torsos, estilo chupetín o paleta

En el Domingo de Pascua del año 1459, Vlad cometió su primer acto importante de venganza. Los boyardos -poderosas familias de nobles- habían asesinado a su padre y enterrado vivo a su hermano. Vlad Tepes tuvo que reconquistar su trono, y a los tres años pudo realizar su venganza. Un Domingo de Resurrección invitó a las familias de boyardos a un banquete en palacio. Cuando estaban borrachos como cubas los capturó e hizo empalar a todos menos a los más fuertes que condenó a trabajos forzados en el palacio de Poienari.

Drácula impuso unos castigos tan fuertes para aquellos que incumplían la ley que se llegó a decir que colocó una copa de oro en la plaza de la ciudad de la que todos podían beber pero que no se podía sacar de la plaza y jamás nadie intentó robarla. Ladrones y mentirosos eran empalados sin ninguna piedad.

La tortura favorita de Vlad Drácula fue, sin duda alguna, el empalamiento. Para realizarlo se utilizaban dos caballos que tiraban de cada una de las piernas del condenado mientras introducía una estaca afilada por su cuerpo. El final de la estaca solía estar bañado en aceite y se tenía cuidado de no afilar demasiado la estaca para no producir una muerte demasiado repentina que evitara el sufrimiento. El palo o estaca solía ser introducido por el trasero y salía por la boca. Sin embargo, había muchas variaciones: desde la utilizada para niños ,de forma que el palo saliese a través de la barriga de su madre, hasta la de introducir sólo un poco el palo al condenado para luego ponerlo vertical y que este se fuera empalando solo por la gravedad.

Tortura por empalamiento

La muerte por empalamiento tardaba horas y, a veces, días en llegar. Además, los cuerpos permanecían allí durante meses, a pesar de la descomposición. Drácula gustaba de formar figuras geométricas con las estacas: su favorito era el anillo de círculos concéntricos alrededor de la ciudad que se disponía a tomar. Como dijimos, el mismo sultán de Constantinopla no pudo aguantar esta visión durante su ataque a Tirgoviste en 1461 a pesar de ser un hombre de guerra. Era típico que fuesen empaladas miles miles de personas al mismo tiempo: 10000 en Sibiu en 1460 o 30000 en Brasov el año anterior.
Pero no era el empalamiento el único método de tortura o ejecución de Drácula. Otros de sus métodos eran clavos en la cabeza, cortar los labios, cegar, estrangular, quemar, cortar narices y orejas, mutilar los órganos sexuales, arrancar la cabellera, arrancar la piel, exponer a los elementos o a animales salvajes, hervir vivas a sus víctimas, etc...

Algunos tratan de justificar los crímenes de Drácula como forzados por sus necesidades políticas y como resultado de los nacionalismos nacientes. Sin embargo, la verdad es que pocos se salvaban de sus torturas: niños, mujeres, clases altas, bajas, embajadores extranjeros, ...: cualquiera podía ser una víctima de Drácula. Y lo más impactante es que pocos negaban que no sintiese placer con ello.

Tras empalar a los miles de ciudadanos que habían defendido a un príncipe del clan Danesti en 1456, Drácula hizo a este leer su propio funeral de rodillas delante de su tumba excavada y preparada para enterrarlo.

Drácula trató de imponer su código de conducta moral de la manera más brutal, especialmente con las mujeres que no eran castas. Doncellas que perdieran su virginidad, esposas adúlteras o viudas que no fueran castas eran el objetivo de sus atrocidades con las mujeres. A estas mujeres las empalaba con estacas al rojo vivo que introducía por su vagina hasta sacar por la boca. Otras veces les arrancaba los pechos y órganos genitales. Existe un caso en el que a una esposa infiel le arrancó los pechos, luego la piel y después la empaló en una plaza de Tirgoviste con su piel expuesta en una mesa. Los vendedores que engañaban a sus clientes también eran empalados junto a los ladrones comunes.

VLAD TEPES

Vlad Tepes, "Vlad el Empalador", conocido en el mundo entero como Drácula, nació en Rumania (1428-1476). Hijo de Vlad Dracul (caballero de la orden del dragón - 1431) y nieto de Mircea el Grande, soberano de Velaquia (1368-1418) fue uno de los príncipes rumanos que por sus diversas hazañas y su nada corriente personalidad, llamó la atención y ocasiono el interés de forma muy especial no solo de sus contemporáneos sino también de la historia y literatura actuales. Para algunos historiadores del tema, Drácula fue un heroico defensor de los intereses e independencia de su país y del cristianismo, mientras que para otros se trataba de un caso patológico, el de alguien que torturaba, atormentaba y por supuesto mataba para divertirse, por puro placer. Fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad "El Diablo", príncipe de Velaquia (antiguo principado danubiano, que formo con Moldavia el reino de Rumania). Hoy en día, constituye dos regiones geográficas bien definidas: la Mutenia, situada al este del río Olt, y la Oltenia, al oeste. El viejo Vlad se gana por méritos propios el apodo de "Dracul" (El Diablo) por su afamada crueldad y sangre fría y que posteriormente heredaría su predecesor. No se conoce con exactitud la fecha y lugar de nacimiento, pero se estima que vio el mundo por primera vez allá por 1428 en la ciudad de Sighisoara (Transilvania, situada en la región de Brashov, y fundada en 1280). Su padre residía allí en una mansión que hoy todavía se conserva (Bran Castle). Ha pasado a la historia por su apodo Drácula (proviene de "Draculea". La terminación "ulea" en rumano quiere decir "hijo de", lo que podría traducirse como "El hijo del Diablo"). Reinó como príncipe de Velaquia en 1448; de 1456 a 1462, y finalmente en 1476, año de su muerte. El pueblo le puso como apodo también "Tepes" (Empalador) ya que esta era la pena capital a la que más era aficionado y que aplicaba con mas prodigalidad, aunque esta última expresión, hasta mediados del siglo XVI no aparecería en ningún documento.

En aquellos tiempos, el trono de Velaquia estaba amenazado desde el exterior por los turcos y húngaros, y en el interior por los nobles ávidos de poder que luchaban entre ellos con un salvajismo y ferocidad mas que bestial. La trágica muerte de su padre, que fue ejecutado por Iancu de Hunedoara en 1447, obligó al joven Vlad a ponerse al lado de los turcos, adversarios de Iancu, con cuya ayuda accedió al trono de Velaquia en Septiembre de 1448, y aunque el príncipe Vladislav II, pretendiente al trono, y apoyado por los húngaros y la población de origen alemán, fue derrotado en Kossovo (al norte de la actual Macedonia junto al río del mismo nombre) éste sólo consiguió conservar el trono unas pocas semanas.

La vida y gracia de Vlad se conoce muy poco hasta el año 1456. Durante estos años, Vlad fue separándose de los turcos y estrechando las relaciones con su enemigo Iancu de Hunedoara, lo que sí era moralmente recusable, era sin embargo muy práctico. No era nada extraño durante esa época el hecho de cambiar las ideas y conveniencias políticas de una manera un tanto extraña y del todo inesperada, solo hay que echar un vistazo a la historia de los grandes y diversos reinos de la Europa Occidental. Este repentino viraje político se manifestaba solo en una cosa: el deseo para Vlad de volver a reinar en Velaquia. Seguía atentamente las crecientes desavenencias entre Vladislav y Iancu hasta que el 23 de Abril de 1452, Iancu iniciaba la guerra, arrebatando a su rival las ciudades y propiedades que poseía en Transilvania, circunstancia que aprovecho Vlad para ofrecerse al vencedor como pretendiente al gobierno de estas, solicitando su ayuda y prometiéndole una "fidelidad inquebrantable". Pero, el 6 de Abril de 1545, Vladislav, negado y resignado al hecho de ser derrotado, irrumpía en Transilvania arrasando, matando, quemando y saqueando. Draculea, deseando conservar su trono, solicitó y obtuvo el mando de un pequeño ejército aprovechando la intervención en la guerra del monarca húngaro Ladislao V de Habsburgo, Archiduque de Austria y Rey de Bohemia, que veía amenazados sus intereses en la región. La pugna le fue favorable, logrando apresar a Vladislav al que hizo decapitar en la ciudad de Tirgusor (cerca de Tirgovisthe, la antigua capital de Velaquia). El 3 de Julio, fue una fecha importante para Vlad puesto que volvería a reinar y garantizaría a sus súbditos la protección contra los turcos y el libre comercio allende de las montañas de Velaquia, a cambio de que estos le prestaran ayuda en caso de guerra.

El hecho de que el nuevo príncipe obraba con "demasiada independencia" dio la voz de alarma a los húngaros y alemanes los cuales fueron modificando su actitud, llegando a solicitar el 14 de Febrero de 1457 a sus súbditos que apoyaran a otros pretendientes. No tardaron en iniciarse una serie de alianzas e intrigas, acompañadas (como podía esperarse) de lealtades y traiciones. En el año 1459, Draculea ordeno empalar a algunos rebeldes destacados y arrojar al fuego a otros, siendo este el macabro y tortuoso inicio de su carrera de crueldades. Favorecido por la suerte, logro atrapar al más peligroso de sus adversarios, Dan Voeivod en la primavera de 1460, al que obligo a cavar su propia tumba y asistir a sus funerales antes de hacerlo decapitar. El 24 de Agosto redujo a los últimos rebeldes; hizo empalar a algunos pero curiosamente se mostró excesivamente generoso con otros.

Consolidado su trono, "El Empalador" se alzó contra los turcos a los cuales no les pagaba los tributos que estos exigían desde hace tres años. El sultán Muhammad II, el conquistador de Constantinopla, conociendo el temple de su enemigo y el coraje y bravura de sus guerreros, prefirió utilizar la cabeza antes que la fuerza. Le envió como mensajero al colaboracionista griego Catavolinos, citándole en Giurgiu (fortaleza y puerto danubiano, no lejos de Bucarest) para solucionar un "pequeño problema fronterizo", apostando cerca de la población un destacamento de tropas escogidas al mando de Hamza Beg. Vlad fingió caer en la trampa, (ya se había olido que dicha citación no era normal y menos tratándose de un asunto aparentemente de tan poca importancia) e incluso se presento con parte de los tributos pendientes y algunos presentes para el Sultán pero a su vez traía consigo un fuerte contingente de caballería que derroto a los turcos (puesto que estos eran muy inferiores en número) tras apoderarse del lugar, haciendo prisioneros además al griego y al general otomano, los cuales junto con el resto de los apresados fueron conducidos a Tirgovisthe, capital de Velaquia, y posteriormente empalados. Animado por el éxito, Vlad se pasó a la orilla derecha del Danubio, incendiando y saqueando tras derrotar a las tropas turcas. El 11 de Enero de 1462, en una carta que estaba dirigida al nuevo soberano húngaro Matías Corvino, daba cuenta de haber acabado con más de 24.000 enemigos habiendo hecho amontonar sus cabezas y contarlas, con la excepción de los que murieron en los incendios de sus casas. Consecuencia de estas incursiones, estaban tan desmoralizados que muchos de ellos prefirieron abandonar Estambul ante el temor de que este pudiera apoderarse de la ciudad, conquistada hace pocos años y en la que aún quedaban gentes que recordando el espléndido periodo bizantino, no hubieran dudado en levantarse contra sus dominadores.

Enfurecido, Muhammad II dispuso de un gran ejercito de unos 250.000 hombres y una flota dispuesta a remontar el Danubio. Vlad no podía oponer más de 10.000 hombres y recurrir a tácticas como la guerrilla y la "tierra quemada" (primavera/verano de 1462). Tras sufrir muchas bajas, haberse declarado una importante epidemia de peste y no poder apoderarse la flota turca de la ciudadela de Kilia (al sur de Moldavia), el Sultán ordena la retirada de sus tropas y una vez en Estambul valiéndose de su genio y astucia, le opuso a uno de sus propios hermanos, Randu "el Hermoso" que se había pasado al bando otomano, arrastrando algunos de los principales boyardos. Finalmente, tras una serie de intrigas (falsificación de documentos incluida) muy de la época y del lugar, Muhammad logra que el Rey ordenara el arresto de Vlad que fue encerrado durante doce años, primero en Visegrado (cerca de Sarajevo, a orillas del Drina) y posteriormente en las inmediaciones de Budapest, donde recibía un trato especial, es decir, era tratado con mayores consideraciones. Mientras tanto, entre 1462 y 1475, Randu, hombre débil y carente de personalidad, se sentó en el trono de Velaquia casi como un títere de los turcos.

Las circunstancias que permitieron a Vlad, librarse de la prisión no están muy claras, pero es sabido que tomo parte en la batalla de Vaslui (en la región de Jashi, Moldavia), el 10 de Enero de 1475, formando parte del contingente enviado por el Rey de Hungría al príncipe transilvano Esteban Báthory contra los turcos. Lo curioso y por otro lado cierto, es que Draculea volvía a ocupar su trono el 11 de Noviembre de 1476. Semanas mas tarde, los turcos le sorprendieron desprevenido con una escolta de sólo 200 hombres (de los cuales sólo sobrevivieron 10 para contarlo) y le dieron muerte. La cabeza de Vlad fue enviada a Estambul y exhibida públicamente. Le sucedió su hermano Randu, pero siempre supeditado a la "Sublime Puerta", que reino hasta Septiembre de 1500.

 

EL MITO DE DRACULA
Además del personaje literario, hay un personaje histórico que es igualmente apasionante. En Rumanía es un héroe nacional y de la lectura de su vida, descartando su extrema crueldad, se pueden extraer enseñanzas. No es conveniente juzgarlo por los parámetros actuales, tenga en cuenta que en aquellos tiempos en España acababa la Reconquista. Y no sólo en España, sino en toda Europa, empezaba a actuar la Inquisición, que por cierto, fue mas sangrienta en el resto de Europa que en España. Claro, que siempre nos han contado otra cosa y eso es otra historia...

Vlad Tepes, "Vlad el Empalador", conocido en el mundo entero como Drácula, nació en Rumania (1428-1476). Hijo de Vlad Dracul (caballero de la orden del dragón - 1431) y nieto de Mircea el Grande, soberano de Velaquia (1368-1418) fue uno de los príncipes rumanos que por sus diversas hazañas y su nada corriente personalidad, llamó la atención y ocasiono el interés de forma muy especial no solo de sus contemporáneos sino también de la historia y literatura actuales.

Para algunos historiadores del tema, Drácula fue un heroico defensor de los intereses e independencia de su país y del cristianismo, mientras que para otros se trataba de un caso patológico, el de alguien que torturaba, atormentaba y por supuesto mataba para divertirse, por puro placer.

Fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad "El Diablo", príncipe de Velaquia (antiguo principado danubiano, que formo con Moldavia el reino de Rumania). Hoy en día, constituye dos regiones geográficas bien definidas: la Mutenia, situada al este del río Olt, y la Oltenia, al oeste. El viejo Vlad se gana por méritos propios el apodo de "Dracul" (El Diablo) por su afamada crueldad y sangre fría y que posteriormente heredaría su predecesor. No se conoce con exactitud la fecha y lugar de nacimiento, pero se estima que vio el mundo por primera vez allá por 1428 en la ciudad de Sighisoara (Transilvania, situada en la región de Brashov, y fundada en 1280). Su padre residía allí en una mansión que hoy todavía se conserva (Bran Castle). Ha pasado a la historia por su apodo Drácula (proviene de "Draculea". La terminación "ulea" en rumano quiere decir "hijo de", lo que podría traducirse como "El hijo del Diablo"). Reinó como príncipe de Velaquia en 1448; de 1456 a 1462, y finalmente en 1476, año de su muerte.

El pueblo le puso como apodo también "Tepes" (Empalador) ya que esta era la pena capital a la que más era aficionado y que aplicaba con mas prodigalidad, aunque esta última expresión, hasta mediados del siglo XVI no aparecería en ningún documento. En aquellos tiempos, el trono de Velaquia estaba amenazado desde el exterior por los turcos y húngaros, y en el interior por los nobles ávidos de poder que luchaban entre ellos con un salvajismo y ferocidad mas que bestial. La trágica muerte de su padre, que fue ejecutado por Iancu de Hunedoara en 1447, obligó al joven Vlad a ponerse al lado de los turcos, adversarios de Iancu, con cuya ayuda accedió al trono de Velaquia en Septiembre de 1448, y aunque el príncipe Vladislav II, pretendiente al trono, y apoyado por los húngaros y la población de origen alemán, fue derrotado en Kossovo (al norte de la actual Macedonia junto al río del mismo nombre) éste sólo consiguió conservar el trono unas pocas semanas. La vida y gracia de Vlad se conoce muy poco hasta el año 1456. Durante estos años, Vlad fue separándose de los turcos y estrechando las relaciones con su enemigo Iancu de Hunedoara, lo que sí era moralmente recusable, era sin embargo muy práctico. No era nada extraño durante esa época el hecho de cambiar las ideas y conveniencias políticas de una manera un tanto extraña y del todo inesperada, solo hay que echar un vistazo a la historia de los grandes y diversos reinos de la Europa Occidental. Este repentino viraje político se manifestaba solo en una cosa: el deseo para Vlad de volver a reinar en Velaquia.

Seguía atentamente las crecientes desavenencias entre Vladislav y Iancu hasta que el 23 de Abril de 1452, Iancu iniciaba la guerra, arrebatando a su rival las ciudades y propiedades que poseía en Transilvania, circunstancia que aprovecho Vlad para ofrecerse al vencedor como pretendiente al gobierno de estas, solicitando su ayuda y prometiéndole una "fidelidad inquebrantable". Pero, el 6 de Abril de 1545, Vladislav, negado y resignado al hecho de ser derrotado, irrumpía en Transilvania arrasando, matando, quemando y saqueando. Draculea, deseando conservar su trono, solicitó y obtuvo el mando de un pequeño ejército aprovechando la intervención en la guerra del monarca húngaro Ladislao V de Habsburgo, Archiduque de Austria y Rey de Bohemia, que veía amenazados sus intereses en la región.


Cuadro representando al noble que dió origen al mito de Drácula.

La pugna le fue favorable, logrando apresar a Vladislav al que hizo decapitar en la ciudad de Tirgusor (cerca de Tirgovisthe, la antigua capital de Velaquia). El 3 de Julio, fue una fecha importante para Vlad puesto que volvería a reinar y garantizaría a sus súbditos la protección contra los turcos y el libre comercio allende de las montañas de Velaquia, a cambio de que estos le prestaran ayuda en caso de guerra. El hecho de que el nuevo príncipe obraba con "demasiada independencia" dio la voz de alarma a los húngaros y alemanes los cuales fueron modificando su actitud, llegando a solicitar el 14 de Febrero de 1457 a sus súbditos que apoyaran a otros pretendientes. No tardaron en iniciarse una serie de alianzas e intrigas, acompañadas (como podía esperarse) de lealtades y traiciones.

En el año 1459, Draculea ordenó empalar a algunos rebeldes destacados y arrojar al fuego a otros, siendo este el macabro y tortuoso inicio de su carrera de crueldades. Favorecido por la suerte, logro atrapar al más peligroso de sus adversarios, Dan Voeivod en la primavera de 1460, al que obligo a cavar su propia tumba y asistir a sus funerales antes de hacerlo decapitar. El 24 de Agosto redujo a los últimos rebeldes; hizo empalar a algunos pero curiosamente se mostró excesivamente generoso con otros. Consolidado su trono, "El Empalador" se alzó contra los turcos a los cuales no les pagaba los tributos que estos exigían desde hace tres años. El sultán Muhammad II, el conquistador de Constantinopla, conociendo el temple de su enemigo y el coraje y bravura de sus guerreros, prefirió utilizar la cabeza antes que la fuerza. Le envió como mensajero al colaboracionista griego Catavolinos, citándole en Giurgiu (fortaleza y puerto danubiano, no lejos de Bucarest) para solucionar un "pequeño problema fronterizo", apostando cerca de la población un destacamento de tropas escogidas al mando de Hamza Beg. Vlad fingió caer en la trampa, (ya se había olido que dicha citación no era normal y menos tratándose de un asunto aparentemente de tan poca importancia) e incluso se presento con parte de los tributos pendientes y algunos presentes para el Sultán pero a su vez traía consigo un fuerte contingente de caballería que derroto a los turcos (puesto que estos eran muy inferiores en número) tras apoderarse del lugar, haciendo prisioneros además al griego y al general otomano, los cuales junto con el resto de los apresados fueron conducidos a Tirgovisthe, capital de Velaquia, y posteriormente empalados. Animado por el éxito, Vlad se pasó a la orilla derecha del Danubio, incendiando y saqueando tras derrotar a las tropas turcas.

El 11 de Enero de 1462, en una carta que estaba dirigida al nuevo soberano húngaro Matías Corvino, daba cuenta de haber acabado con más de 24.000 enemigos habiendo hecho amontonar sus cabezas y contarlas, con la excepción de los que murieron en los incendios de sus casas. Consecuencia de estas incursiones, estaban tan desmoralizados que muchos de ellos prefirieron abandonar Estambul ante el temor de que este pudiera apoderarse de la ciudad, conquistada hace pocos años y en la que aún quedaban gentes que recordando el espléndido periodo bizantino, no hubieran dudado en levantarse contra sus dominadores. Enfurecido, Muhammad II dispuso de un gran ejercito de unos 250.000 hombres y una flota dispuesta a remontar el Danubio. Vlad no podía oponer más de 10.000 hombres y recurrir a tácticas como la guerrilla y la "tierra quemada" (primavera / verano de 1462). Tras sufrir muchas bajas, haberse declarado una importante epidemia de peste y no poder apoderarse la flota turca de la ciudadela de Kilia (al sur de Moldavia), el Sultán ordena la retirada de sus tropas y una vez en Estambul valiéndose de su genio y astucia, le opuso a uno de sus propios hermanos, Randu "el Hermoso" que se había pasado al bando otomano, arrastrando algunos de los principales boyardos.

Finalmente, tras una serie de intrigas (falsificación de documentos incluida) muy de la época y del lugar, Muhammad logra que el Rey ordenara el arresto de Vlad que fue encerrado durante doce años, primero en Visegrado (cerca de Sarajevo, a orillas del Drina) y posteriormente en las inmediaciones de Budapest, donde recibía un trato especial, es decir, era tratado con mayores consideraciones. Mientras tanto, entre 1462 y 1475, Randu, hombre débil y carente de personalidad, se sentó en el trono de Velaquia casi como un títere de los turcos. Las circunstancias que permitieron a Vlad, librarse de la prisión no están muy claras, pero es sabido que tomo parte en la batalla de Vaslui (en la región de Jashi, Moldavia), el 10 de Enero de 1475, formando parte del contingente enviado por el Rey de Hungría al príncipe transilvano Esteban Báthory contra los turcos. Lo curioso y por otro lado cierto, es que Draculea volvía a ocupar su trono el 11 de Noviembre de 1476. Semanas mas tarde, los turcos le sorprendieron desprevenido con una escolta de sólo 200 hombres (de los cuales sólo sobrevivieron 10 para contarlo) y le dieron muerte. La cabeza de Vlad fue enviada a Estambul y exhibida públicamente. Le sucedió su hermano Randu, pero siempre supeditado a la "Sublime Puerta", que reino hasta Septiembre de 1500.


Empalamientos practicados por Vlad Tepes.

Anécdotas

Tras la muerte de Drácula aparecen multitud de panfletos en Rusia y Alemania contando anécdotas del personaje. Mientras que en Alemania se remarca su crueldad, en Rusia se le ve más bien como alguien que tiene que actuar así para defender a su pueblo. Las coincidencias entre unos y otros han dejado bastante claro a historiadores que, al menos, a grandes rasgos estas historias han de ser verdaderas. La tradición oral ha hecho llegar hasta nuestros días también muchas leyendas y anécdotas de Drácula contadas por los propios rumanos. A continuación mostramos nueve de las anécdotas más repetidas.

1) La copa de oro: Cualquier ladrón que fuese capturado por Drácula sería empalado. Para demostrar la seguridad que había en la ciudad, Drácula colocó una copa de oro al alcance de todos en la plaza central de la ciudad de forma que todos podían utilizarla para beber pero ninguno debía intentar robarla. Y así fue, la copa nunca fue robada.

2) El mercader extranjero: Un mercader extranjero descubrió que durante la noche le habían robado 160 ducados de su carro. Cuando se lo contó a Drácula, este amenazó con destruir la ciudad si no aparecía el ladrón. Una vez este fue capturado fue mandado empalar y Drácula mandó depositar 160 ducados en el carro más una moneda extra. Afortunadamente, el mercader se dió cuenta de que había dinero de más y se lo dijo a Drácula, ya que este le explicó entonces que era una prueba de honestidad y de no haberlo hecho hubiese sido empalado también.

3) Los dos monjes: Dos monjes fueron al castillo de Drácula. Cuando este les preguntó qué les parecían los empalamientos, uno de ellos respondió que hacía muy bien en hacerlos pues era una misión divina castigar el crimen, mientras que el otro lo condenó. Uno de los monjes fue empalado y el otro fue recompensado. Según la versión tradicional rumana y la rusa premió al honesto y empaló al que lo alabó. Sin embargo, los panfletos alemanes invierten el destino de los monjes.

4) El noble polaco: Un noble polaco al servicio del rey de Hungría visitó Tirgoviste en 1458. Drácula lo invitó a cenar y, de repente, ordenó colocar una lanza preparada justo frente a él. Cuando le preguntó que qué pensaba de aquello, este respondió que creía que era porque alguien había ofendido al príncipe y Drácula trataba de honrarlo. Drácula le dijo que así era, que se trataba de honrar al invitado polaco, cosa que hizo dándole multitud de regalos, y que de haber respondido otra cosa lo hubiera mandado empalar.

5) Los embajadores extranjeros: Con varias versiones en las que cambia el origen de los emisarios y el tipo de sombrero que llevan, en esta historia unos embajadores de oriente se presentan ante Drácula. Al llevar turbante no descubren sus cabezas ante el príncipe, lo cual está considerado como una falta de respeto. Ante las excusas que estos dan de que no pueden descubrir la cabeza, Drácula decide clavarles las manos a la frente para que no puedan quitarse el turbante nunca más y, por tanto, no corran peligro de que su cabeza quede al descubierto.

6) La amante de Drácula: Este individuo que empalaba o despellejaba vivas a las mujeres que faltaban a la castidad tenía una amante en una casa de Tirgoviste. Esta mujer trataba de animarlo siempre y una vez que lo vió bastante deprimido pensó en alegrarlo diciendo que iba a tener un hijo suyo. A Drácula esto le sentó tan mal que amenazó con matarla si era una broma. Sabiendo ella que sus amenazas eran más que ciertas prefirió seguir con la farsa hasta que Drácula envió a unas matronas a comprobar la verdad de su embarazo. Al descubrir que era falso él mismo se presentó en la alcoba de la mujer y mientras estaba acostada la abrió en canal con un cuchillo desde la ingle hasta los pechos. Drácula la dejó morir en agonía no sin antes proclamar su deseo de que el mundo viera dónde había estado.

7) La mujer holgazana: Drácula se encontró con un hombre trabajando en el campo que parecía falto de mujer por el aspecto de sus ropas. Al preguntarle si no estaba casado este le dijo que sí. Drácula hizo traer a la mujer y le preguntó qué hacía en sus días, y esta le dijo que lavar, hacer el pan y coser. Señalando a las ropas de su marido, Drácula no la creyó y decidió empalarla a pesar de que el marido afirmaba estar satisfecho con ella. Luego obligó a otra mujer a casarse con este hombre no sin antes amenazarla con el mismo destino si no cuidaba bien del campesino.

8) El noble con agudo sentido del olfato: El día de san Bartolomé de 1459 en que Drácula empaló a 30000 hombres, Drácula celebró una fiesta para celebrarlo. Cuando vió que uno de los nobles se tapaba la nariz en la comida porque no soportaba el hedor de los muertos, Drácula mandó empalarlo en un palo más alto que a los demás para que el aire le fuera más limpio. En otra versión es un embajador extranjero el que le pregunta a Drácula por qué anda entre tanta peste de muertos en descomposición. Cuando Drácula le pregunta que qué le importa a él el embajador, para quedar bien, le dice que es porque se preocupa por la salud del príncipe. De igual modo, Drácula lo empala más alto que a nadie para que no tenga que notar los olores.

9) La quema de pobres y enfermos: Dándose cuenta de que el número de pobres y enfermos aumentaba considerablemente en Valaquia, Drácula decidió invitarlos a todos a un gran festín para demostrar que en su reino no habrían pobres. Cuando estaban en medio del gran banquete, Drácula se presentó y les preguntó si querían vivir sin preocuparse ni faltarles nada. Cuando le respondieron que sí prendió fuego a la sala del banquete de tal modo que ni uno solo pudo escapar. Cuando le preguntaban, Drácula justificó esta acción como una forma de librar a los demás de tener que cargar con ellos. De este modo, según él, dejaban de haber pobres en su reino. Hoy día esta anécdota esta considerada por muchos rumanos como diferente. Según ellos los invitados al festín eran bandidos de la zona, no pobres y enfermos.

Mito del vampiro

Hoy día está más que claro que Vlad Tepes no fue un vampiro ni bebía sangre ni se convertía en murciélago ni ninguna de esas cosas. Su relación con estos no es más que la de ser un ser auténticamente malvado y cruel, aunque esto tampoco está muy claro. A pesar de todo, existen algunas otras similitudes: el significado de Drácula (hijo del Diablo) o su decapitación, pero no lo bastante importantes. Vlad Tepes está considerado como un héroe nacional en Rumanía por su resistencia a las invasiones turcas, algo así como el Cid en España. Quizá Bram Stoker, el escritor de Drácula, eligió al personaje por ser un individuo realmente malvado que vivía en una zona donde el mito del vampiro estaba muy arraigado.

A finales del siglo XVII hay toda una epidemia de vampirismo que comienza en Europa del Este y se traslada desde los Balcanes a países como Alemania, Francia, España, Italia e Inglaterra. Personas que viajan al este vuelven contando historias de vampiros y el tema va adquiriendo un interés en filósofos y escritores. Por su crueldad y su localización, Drácula era un perfecto candidato para el vampirismo. Para los rumanos, el hombre que protegió a Rumanía de las invasiones turcas y que la libró de la dominación húngara. No en vano, Bram Stoker es un personaje profundamente odiado en Rumanía. Sin embargo, tampoco hay que negar que la leyenda de Drácula y de los vampiros atrae hoy día a muchos turistas a estas tierras a visitar lugares como el Castillo de Bran (llamado de Drácula aunque ni siquiera está muy claro si llegó a estar allí unos días).

EL DESPERTAR DE VLAD TEPES EL CONDE DRACULA

Drácula, el más famoso de todos los vampiros, fue creado como antihéroe de una novela escrita en 1897. Pero la verdad histórica que subyace al sanguinario aristócrata es mucho más extraordinaria que la ficción.

   

El personaje literario Drácula fue creado por Bram Stoker, un empresario irlandes, basándose en la historia de un príncipe llamado Vlad Tepes conocido como «Vlad el Empalador». El autor de Drácula nunca visitó los parajes de transilvania para escribir su conocida obra.

El culto al vampirismo en el siglo XX se debe especialmente a libros y películas basados en un personaje fuera de lo común, el conde Drácula. Creado en 1897 por Bram Stoker, empresario teatral irlandés, Drácula (protagonista de la novela homónima) se ha convertido en sinónimo del vampirismo, y de hecho ha llegado a popularizarlo. Resulta irónico que Jack el Destripador, que cometió atrocidades reales casi en la misma época en que se publicaba Drácula, haya llegado a convertirse en parte del folklore británico, en tanto que muchas personas creen hoy que Drácula fue un personaje auténtico. De hecho, en ciertos aspectos están en lo cierto, pero el Drácula de la ficción fue una creación muy compleja.

Mientras el joven Bram Stoker se abría camino en la vida, un colega suyo de Dublín, Sheridan Le Fanu, ganaba también algún dinero a expensas del vampirismo. Su obra Carmilla, publicada en 1872, causó sensación. Cabe encontrar en Drácula ecos de su clímax horripilante, pero el fin de la no muerta Carmilla, tal como lo relata Le Fanu, recuerda vivamente las auténticas historias de vampiros.

La combinación de necrofilia, seducción de vírgenes desde más allá de la tumba, y una atmósfera cargada de sexo y violencia, han dado al vampirismo una gran popularidad. Al fin y al cabo, la siniestra criatura siempre es destruida al final, por lo que puede hablarse de relato moral.

El escenario había sido preparado ya 30 años antes de que la reina Victoria subiera al trono. Lord Byron, acompañado por su médico, el doctor Polidori, pasó el verano de 1816 a orillas del lago Léman, en Suiza, muy cerca de su amigo el poeta Shelley, y de Mary Godwin, la amante de éste, que más tarde se convertiría en su esposa. El tiempo era inclemente, de modo que pasaban el tiempo en casa y se divertían escribiendo historias de fantasmas. Este pasatiempo resultaría notablemente productivo, ya que Mary Godwin, inspirada sin duda por las continuas charlas sobre fantasmas y vampiros, así como por los elementos tempestuosos, soñó una historia que después relató por escrito con el título de Frankenstein. Polidori, que al principio se mostró reacio en cuanto a competir con sus amigos literatos, produjo finalmente una larga historia titulada El vampiro, que llegó a publicar alegando que, de hecho, la había escrito Byron. El cuento de Polidori causó sensación. El profesor Leonard Wolf aseguraba en 1975: «Polidori nos ofreció el prototipo del vampiro... es decir, un aristócrata altivo, brillante, escalofriante, fascinante para las mujeres y fríamente maligno.»

Partiendo de la misma idea, Stoker empezó a escribir lo que se convertiría en el clásico de los vampiros. Tuvo la idea de actualizar la acción de su novela, situando su Drácula en la Inglaterra de finales del siglo XIX, e incluyendo referencias a innovaciones tales como las fotografías Kodak y el dictáfono.

El conde Drácula es una creación literaria compleja. Su lugar de procedencia -la agreste y siniestra campiña de lo que hoy es Rumania- puede recordar una ficción poética, y en realidad esto debió de ser, ya que Stoker jamás visitó aquel país. Se limitó a consultar una antigua guía turística y pasó varias horas charlando con un pintoresco profesor húngaro, llamado Arminius Vambery. Como resultado, el país de donde era oriundo Drácula fue descrito con minucioso detalle, y el visitante moderno del paso de Borgo (mencionado con este nombre en la novela) no necesita desplegar su imaginación para relacionar la ficción con los hechos.

 

Vlad, El Sanguinario

El príncipe Vlad Tepes conocido como «Vlad el Empalador»

Pero Vambery hizo algo más, aparte de dar a Stoker una vívida impresión topográfica: le narró cuentos de los vampiros de Transilvania, y le habló de la antigua superstición del vampirismo. Así mismo, le dio a conocer el príncipe transilvano Vlad Tepes, del siglo XV, cuyo extrema sadismo y cuyos instintos sanguinarios le habían otorgado un lugar especial en la historia de esta región. Vlad tenía otro nombre: Drácula. Este nombre tiene dos significados: su padre se llamaba Dracul, por lo que Drácula puede significar simplemente «hijo de Dracul»; el otro es «demonio». Bien puede ser, dadas sus malignas proezas, que los dos significados llegaran a vincularse inextricablemente, ya que el hijo de Dracul fue verdaderamente un «demonio». Su pasatiempo favorito era empalar a sus prisioneros -y en realidad a cualquiera que se le antojara- en postes altos y aguzados. Empalar era para él un arte exquisito, y significaba una muerte lenta para sus víctimas. Disfrutaba en particular haciéndose servir la comida en una mesa bajo el bosque de postes donde agonizaban sus víctimas, e invitando a otros a que le hicieran compañía.

Pero Vlad Drácula era y es para los rumanos un héroe, ya que les libró de los turcos, sus enemigos. Se asegura que en un solo día hizo empalar a 30.000 turcos.

El Drácula de la ficción dice: «Uno de mi propia raza... que atravesó el Danubio y derrotó a los turcos en su propia tierra. ¡Ése fue un verdadero Drácula!» Éste y otros rasgos de la novela parecen demostrar que la figura del conde se basó casi por completo en el guerrero histórico. Sin embargo, aunque sin duda sediento de sangre, incluso en relación a su época, Vlad Drácula no fue un vampiro. Que se sepa, nunca bebió sangre y, a pesar de algunos rumores -cabe sospechar que generados principalmente por la industria turística-, jamás se ha levantado de su tumba. (En realidad, nadie sabe con seguridad dónde se encuentra ésta.)

Puede ser, no obstante, que el profesor Vambery hablase también a Stoker de una descendiente lejana de Vlad Drácula cuya conducta fue decididamente vampírica. La condesa Elisabeth Bathory, que vivió en el siglo XV, sentía inclinación por secuestrar muchachas de los pueblos para «sangrarlas», utilizando con este fin diversos métodos tan lentos como dolorosos. El objeto que perseguía la condesa con tan desagradable ejercicio era bañarse en esta sangre, a fin de conservar su supuesta belleza. Sirvió probablemente de inspiración para la condesa de Carmilla, de Le Fanu.

El castillo de Bran, imponente reliquia de la antigua Transilvania, que hoy forma parte de Rumania. Se cree que fue una de las residencias de Vlad Drácula y, por consiguiente, se ha convertido en una gran atracción turística.

Entre otras figuras históricas obsesionadas por la sangre, se cuenta el aristócrata francés Gilles de Rais, antiguo compañero de armas de Juana de Arco. Su pasión particular era la de torturar a niños y finalmente hacerlos ejecutar por sus criados, a los que ordenaba que les cortasen las yugulares para que su sangre lo salpicara.

Y más cerca de nuestra época, está el «asesino del baño de ácido», el inglés John George Haigh, también conocido como el «asesino vampiro». Se dice que Haigh dio muerte (entre otros) a un joven llamado Swann para obtener su sangre -«un vaso de los de vino»- y beberla. En su obra The vampire (El vampiro, 1971), Basil Copper asegura que Haigh «era un vampiro según la tradición clásica, posiblemente el único monstruo auténtico en este aspecto que se ha dado en el siglo XX. Con ello, desde luego, no quiero decir que fuese un vampiro en el sentido sobrenatural, pero hay como mínimo una viva sugerencia de que necesitaba beber sangre a fin de vigorizarse y sustentarse». Haigh fue ahorcado en 1949.

Sin embargo, ninguno de estos pervertidos era un verdadero vampiro; ninguno se alzó entre los muertos; lo que ocurría es que algunos disfrutaban con la visión, el tacto y, a veces, el sabor de la sangre humana.

 

Vampiros Por Doquier

Grabado que presenta al histórico Drácula -«Vlad el empalador»- disfrutando de su almuerzo favorito al aire libre.

Sin embargo, al igual que los aztecas y los rajás indios bebían sangre creyendo que les comunicaría fuerza, parece que existen también personas normales y corrientes que, voluntariamente o por accidente, «sangran» a otras personas en el sentido de despojarlas de su energía o «fuerza vital». Este fenómeno es extremadamente común; todos conocemos a alguien que parece «alimentarse» a expensas de la energía de los demás, dejándolos debilitados y agotados. El llamado «vampirismo psíquico» es un tema que se repite en los escritos del ocultismo, pero uno de sus aspectos menos discutidos es la «depredación» de hombres sobre mujeres -o viceversa-, por razones sexuales, y según métodos a menudo notablemente similares a los que se detallan en Carmilla y Drácula.

La relación entre vampirismo sobrenatural y sexo es muy profunda. Personas que en circunstancias normales juzgan absurdos los relatos sobre cadáveres y sangre, disfrutan con las historias de vampiros, tal vez contra su voluntad, tanto como lo hacían los remilgados victorianos. ¿Por qué? ¿Cuál es el extraordinario atractivo que el vampirismo ejerce sobre nuestro subconsciente?

Entre todos los «Dráculas» de la pantalla -desde que en 1931 hizo en ella su aparición el conde, representado por el actor húngaro Bela Lugosi- ningún otro actor ha estado tan estrechamente identificado con el famoso vampiro como el británico Christopher Lee, quien explicó así el atractivo de su personaje: «Ofrece la ilusión de la inmortalidad... el deseo subconsciente de poder ilimitado que todos tenemos... un hombre de una inteligencia y de una fuerza física tremendas... o bien es una reencarnación o bien no ha muerto nunca. Es una imagen de superhombre, con un atractivo erótico para las mujeres, las cuales lo juzgan totalmente irresistible. En muchos aspectos es todo lo que a la gente le gustaría ser: el antihéroe, el «malo» heroico... Para las mujeres, significa el abandono completo al poder de un hombre.»

Y aunque el actor norteamericano Vincent Price, especializado en películas de terror, nunca ha protagonizado una historia de vampiros, casi todo el mundo cree que ha representado este papel. El propio Price ha afirmado: «Con frecuencia, cuando paseo por la calle, se me acerca alguna mujer de mediana edad y me dice: "Por favor, muérdame".»

El extático desvanecimiento de la virgen, mitad miedo y mitad placentera excitación, cuando se materializa en su dormitorio la figura sobrehumana envuelta en su negra capa; la sensación opresiva de languidez, el abandono total, el placer y el dolor que causan los colmillos del vampiro al hundirse en su cuello mientras ella, inmóvil, es incapaz de moverse o gritar... todo ello puede ser interpretado claramente como una versión romántica de la seducción y la desfloración, con el aliciente adicional de lo sobrenatural. En los tiempos victorianos, las jóvenes decentes resultaban «desgraciadas» cuando eran seducidas; pero, ¿qué ocurría si su seductor era un demonio procedente de más allá de la tumba? Entonces, cuanto más inocente era la víctima, mayor era su excusa... y mayor su atracción por el vampiro.

La portada de «Vamey el vampiro», de Thomas Prest. Esta obra folletinesca, escrita 50 años antes que el Drácula de Stoker, constaba de 220 entregas semanales, y al final terminó bruscamente. El vampiro, «cansado y disgustado de su vida de horror», se arrojó a un volcán que el autor, convenientemente, había puesto a su alcance

Las implicaciones sexuales del vampirismo quedaron bien explícitas en la pintura de Philip Burne-Jones titulada El vampiro, expuesta en 1897, el mismo año en que fue publicado el Drácula de Stoker. La sociedad londinense hizo cola para contemplar el cuadro. En él se veía una mujer voluptuosa inclinada sobre un hombre cuyo pecho estaba desnudo, y había en él hilillos de sangre que resbalaban desde las heridas producidas en su piel por los dientes del vampiro. El catálogo de la exposición contenía un poema del joven Rudyard Kipling, que comenzaba con este verso: «Érase una vez un tonto...» Cuando la pintura y el catálogo llegaron a Nueva York, causaron una impresión tan profunda que a los pocos meses se estrenó en Broadway una obra teatral titulada Érase una vez un tonto. Esto condujo a su vez a rodar una película con el mismo título, en la que se dio a conocer Theodosia Goodman (o, como llegaría a ser conocida más tarde, Theda Bara, anagrama de Arab death, «muerte árabe») como una de las primeras estrellas de la pantalla. Pese a lo anodino de su vida real, los magnates del cine decidieron dar a la joven la imagen de una depredadora sexual. En una escena aparecía agazapada triunfalmente junto al esqueleto de un hombre y contemplando a todos los demás con desprecio evidente.

Al avanzar el siglo XX, las perversiones sexuales, la violencia y toda clase de horrores han sido aceptadas como cosa corriente. No obstante, es curioso que muchas personas sigan mostrándose fascinadas por la idea del vampirismo. Siguen creándose sociedades «Conde Drácula» en varios lugares del mundo, y la industria turística rumana ha alcanzado un auge extraordinario gracias a la confusión que existe en tantas mentes entre los Dráculas auténticos y los de la ficción. En realidad, todo hace pensar que esta afición va en aumento.

¿Por qué? Tal vez se trate de esa curiosa mezcla de sexualidad explícita e implícita, de sumisión, de posesión, de promesas de inmortalidad, de llegar a ser hombres y mujeres superiores en una atmósfera de excitante malignidad. Como aseguró en cierta ocasión un productor cinematográfico: «El sexo y lo sobrenatural nunca fallan.»

Bram Stoker, hombre serio y muy victoriano, se hubiera horrorizado al descubrir lo que el mundo postfreudiano ha hecho con su historia. No obstante, es imposible ignorar las connotaciones sexuales que contiene su novela, por más sublimadas que puedan estar. Veamos, por ejemplo, el fragmento en que Jonathan Harker es rodeado y acariciado por vampiresas en el castillo de Drácula:

La hermosa joven se arrodilló y se inclinó sobre mí, con maligna satisfacción. Había en ella una voluptuosidad deliberada que era a la vez excitante y repulsiva, y al arquear el cuello llegó a lamerse los labios como un animal, hasta que pude ver a la luz de la luna la humedad que brillaba en los labios escarlatas y en la roja lengua con la que se lamía los dientes rojos y aguzados. Su cabeza descendía cada vez más... cerré los ojos en éxtasis y esperé.




 
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